Cartas al director

García Calvo y la matemática

Leo, por rara coincidencia, en el número 2.391 de ese periódico (14 de octubre de 1983), una carta en que el profesor Mario Bunge, disculpándose del tono de su crítica a las manifestaciones del profesor N. Cuesta sobre los fundamentos de la matemática, se mantiene y reafirma en el sentido mismo de la crítica, alegando que "dichas opiniones, de moda en 1900, son insostenibles en 1983" y que "lo que no es admisible es desalentar a los jóvenes investigadores y estudiantes repitiendo hoy día objeciones que bloquearon el avance de la matemática en Francia entre 1900 y 1935". ¿Qué vamos a hacer con ...

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Leo, por rara coincidencia, en el número 2.391 de ese periódico (14 de octubre de 1983), una carta en que el profesor Mario Bunge, disculpándose del tono de su crítica a las manifestaciones del profesor N. Cuesta sobre los fundamentos de la matemática, se mantiene y reafirma en el sentido mismo de la crítica, alegando que "dichas opiniones, de moda en 1900, son insostenibles en 1983" y que "lo que no es admisible es desalentar a los jóvenes investigadores y estudiantes repitiendo hoy día objeciones que bloquearon el avance de la matemática en Francia entre 1900 y 1935". ¿Qué vamos a hacer con esta manera de defender, en nombre de la historia y del progreso, los fundamentos establecidos de la matemática sobre la teoría de conjuntos? No he leído las obras del profesor Cuesta (aunque, alertado por esta disputa, me propongo buscar lugar para hacerlo, en la medida de niís capacidades), pero como yo mismo, desde fuera de la matemática, me he atrevido a sacar en 1976 un libro De los números, Jonde también a su manera se ataca la teoría de conjuntos, se de nuncia la contradicción interna de la noción de conjunto infinito y, desde luego, se critica la concepción de la serie (numérica) como un caso de conjunto, me siento llamado a terciar en la contienda, recor dando pudorosamente que, aparte del posible desaliento de jóvenes investigadores y de lo que esté o no de moda en matemática, está también la cuestión de la verdad de la cosa o, mejor dicho, la de su mentira, y si alguien descubre que la fundamentación de una teoría dominante encierra una trampa lógica, no puede haber ninguna ra zón para que no lo diga, lo razone y lo proclame. Si, encima, lo que hay que entender por avance de la matemática es el progreso en su servil aplicación a las ciencias (con residuo de una serie de teoremas ornamentales para demostrar en tesinas de graduandos), acaso entonces los temores del profesor Bunge por los atentados del profesor Cuesta puedan apaciguarse un tanto. /Zamora.

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