Cartas al director

El habla de los andaluces

Soy andaluza y resido en Barcelona. He observado en mis estancias en Andalucía una degradación progresiva del lenguaje. Aunque hay que agradecer mucho a la radio y televisión andaluzas que sus locutores hablen de manera correcta y con naturalidad, en el pueblo llano e incluso entre la gente culta de allí el simpático y agradable acento andaluz se está convirtiendo en una ininteligible verborrea, afectada y chillona, como consecuencia de una mala pronunciación intencionadamente mantenida.Si yo no quisiera a Andalucía, callaría. Pero como la adoro, me duelen sus defectos. Hoy, en cualquier reuni...

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Soy andaluza y resido en Barcelona. He observado en mis estancias en Andalucía una degradación progresiva del lenguaje. Aunque hay que agradecer mucho a la radio y televisión andaluzas que sus locutores hablen de manera correcta y con naturalidad, en el pueblo llano e incluso entre la gente culta de allí el simpático y agradable acento andaluz se está convirtiendo en una ininteligible verborrea, afectada y chillona, como consecuencia de una mala pronunciación intencionadamente mantenida.Si yo no quisiera a Andalucía, callaría. Pero como la adoro, me duelen sus defectos. Hoy, en cualquier reunión de andaluces, sean del nivel que sean, cultos o incultos, intelectuales o profesionales, el "hijo puta", el "macho", el "tío", el "¿vale?" están a flor de labios de todos, lo cual denota, además de falta de educación, una gran pobreza de vocabulario, pues tienen que recurrir a esos tacos y vicios del lenguaje para dar viveza a la conversación. Aunque no sea quién para dar consejos, me permito sugerir a la Junta de Andalucía que promueva métodos o sistemas de autoanálisis y autoeducación ciudadana, porque hasta que el andaluz no se sepa escuchar y estudiar o corregir el lenguaje, no se dará cuenta de que con la "guassa", el chiste y la "grassia" no se arreglarán los problemas de Andalucía. /María de la Concepción Pérez. Barcelona.

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