El rescate por un petrolero español del avión norteamericano no pilotado podría dar lugar a una importante recompensa

El rescate de la aeronave militar hallada hace dos semanas por el petrolero español Lérida, en aguas de Estados Unidos, en la zona conocida como Triángulo de las Bermudas, podría dar lugar a un importante rescate, según confirmaron a este periódico fuentes solventes relacionadas con el caso. El avión es del tipo llamado zángano, utilizado para arrastrar blancos aéreos para ejercicios de tiro, según indicó ayer la embajada de Estados Unidos en Madrid, que, por otra parte, ha encargado a la consignataria Pérez y Compañía que se haga cargo del aparato en Canarias, hasta que se proceda a su trasla...

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El rescate de la aeronave militar hallada hace dos semanas por el petrolero español Lérida, en aguas de Estados Unidos, en la zona conocida como Triángulo de las Bermudas, podría dar lugar a un importante rescate, según confirmaron a este periódico fuentes solventes relacionadas con el caso. El avión es del tipo llamado zángano, utilizado para arrastrar blancos aéreos para ejercicios de tiro, según indicó ayer la embajada de Estados Unidos en Madrid, que, por otra parte, ha encargado a la consignataria Pérez y Compañía que se haga cargo del aparato en Canarias, hasta que se proceda a su traslado.

Se trata de un aparato de dirección por radio, perteneciente a la Armada norteamericana, que fue entregado a la Comandancia Militar de Marina de Santa Cruz de Tenerife el pasado viernes, al llegar al puerto de la citada capital canaria el buque con el aparato a bordo. El caso se produce dos meses después de que otro barco español, el Alraigo, atracara en el puerto tinerfeño con un avión Sea Harrier de la Armada británica, que se había posado insólitamente sobre su cubierta, sin combustible y averiado. En aquella ocasión se entabló un duro litigio entre el armador español y las autoridades británicas, al reclamar tanto el primero como la tripulación una importante recompensa por el salvamento.Ahora el capitán y los tripulantes del Lérida no han pensado en la posibilidad de tal beneficio económico, ya que, según confiesa uno de los marineros, Armando Hernández Medina, "de lo que se trataba era de socorrer a posibles supervivientes y evitar el peligro que supone para la na vegación un aparato como éste abandonado en alta mar". Cuando Armando Hernández habló con EL PAIS no sabía que el avión Target Aircraft TII9 Navy (según los datos registrados en el mismo) lleva una inscripción en su parte posterior que anuncia el pago de una recompensa para quien descubra el aparato y lo haga retornar a la estación naval Satan Roos, de Estados Unidos en Puerto Rico.

El aparato, una vez en tierra, fue almacenado en una nave del puerto, bajo la custodia de la Comandancia de Marina. La noticia fue conocida por este periódico a través de dos testigos ocasionales de dicha operación -Arturo Plasencia y José Marrero- cuando ya el Lérida, de la Compañía Española de Petróleos, SA (CEPSA) había zarpado.

Ante el mutismo de quienes participaron en el traslado del aparato (el responsable de la comisaría del puerto, José Manuel Sabina, negó conocer el asunto), fue el propio comandante de Marina, Diego Carlier, quien restó todo misterio al tema y dijo que es "un avión tipo blanco ameri cano dirigido por radio que se utiliza para ejercicios de tiro, que será devuelto a su país de origen para lo que se han iniciado las gestiones". El jefe de explotación del puerto, Miguel Pintor, confirmó que había autorizado su depósito en un almacén hasta entonces.,Por su parte, Francisco Trujillo Armas, presidente de la Junta del Puerto, llamó la atención sobre el hecho de "que puede haber una recompensa".

"Yo ni lo sabía ni me había parado a pensarlo. En realidad, ninguno lo comentó. Nuestro único interés era salvar el aparato y evitar el riesgo que representaba", señaló el marinero Armando Hernández. "Creímos que había sido un accidente y que podría haber supervivientes", continuó relatando. "A las tres de la tarde, cuando limpiábamos los tanques a bastantes metros de profundidad del barco, nos llamaron con urgencia para una operación de rescate. Salimos en un bote y teníamos miedo, porque uno está acostumbrado a ver en las películas que esas cosas explotan. El avión tenía la cabeza un poco hundida. No había sido dirigido por un piloto. Había tiburones en lazona. El capitán ordenó llevarlo al barco y lo enganchamos tipo Oeste, con una cuerda. Después lo subimos a cubierta". El Lérida hacía la ruta México-Canarias. En Tenerife desembarcó crudo.

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