El horario de los funcionarios

Independientemente del repudio nacional que se ha desatado contra unos trabajadores, se quiera o no, por cuenta ajena como el que más, a los que únicamente ha faltado aplicar la hasta hoy derogada ley de Vagos y Maleantes, y a los que la Prensa independiente ha vapuleado de forma encarnizada, siempre desconociendo la temática sobre el funcionariado, aquel que no quiera o no pueda pedir permiso en su lugar de trabajo (el funcionario también tiene ese problema) ha de saber que únicamente los funcionarios con dedicación exclusiva (léase 10.000 pesetas al mes por dos horas más de trabajo di...

Independientemente del repudio nacional que se ha desatado contra unos trabajadores, se quiera o no, por cuenta ajena como el que más, a los que únicamente ha faltado aplicar la hasta hoy derogada ley de Vagos y Maleantes, y a los que la Prensa independiente ha vapuleado de forma encarnizada, siempre desconociendo la temática sobre el funcionariado, aquel que no quiera o no pueda pedir permiso en su lugar de trabajo (el funcionario también tiene ese problema) ha de saber que únicamente los funcionarios con dedicación exclusiva (léase 10.000 pesetas al mes por dos horas más de trabajo diario) son los que están obligados a permanecer por la tarde en las oficinas.Una reciente circular de la Presidencia del Gobierno ofrecía varias opciones a los funcionarios para recuperar los demenciales sábados de los que se asistía uno de cada tres en riguroso turno, a saber:

Media hora más de lunes a viernes (ocho de la mañana a 15.30 horas).

Dos horas más en cualquier tarde de la semana, obligándose a ser siempre la misma.

Media hora más todas todas las tardes para los funcionarios con dedicación exclusiva.

Y, por supuesto, puede hacer quien lo desee un sábado de cada tres.

Desde luego, don Eduardo Peña no tenía ni idea de esa circular; es natural, él ni es funcionario ni es periodista, pero pocos medios de comunicación, al parecer, tienen idea tampoco, porque a nadie han informado.

Al fin y al cabo, dignificar la labor cotidiana del funcionario en general requiere más escuela y estilo que denigrarla. / . .