Cartas al director

Las palabras y la OTAN

En relación con su editorial del pasado día 12, Las palabras y la OTAN, y en concreto con el párrafo en que se dice, hablando de las ventajas a obtener con la entrada en la OTAN, "... ventajas en la entrada ya se vio bien claro que no obtuvo ninguna, siendo aquel acto uno de los más sonrojantes del sonrojante período en que este país tuvo la desgracia de guiarse otra vez por el apellido Calvo Sotelo", quisiera manifestar, desde mi modesta posición de español de a pie que ha salido al mundo a ver, como prescribía el ideal ilustrado y liberal, y que se siente cómodo en Europa, que para mí...

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En relación con su editorial del pasado día 12, Las palabras y la OTAN, y en concreto con el párrafo en que se dice, hablando de las ventajas a obtener con la entrada en la OTAN, "... ventajas en la entrada ya se vio bien claro que no obtuvo ninguna, siendo aquel acto uno de los más sonrojantes del sonrojante período en que este país tuvo la desgracia de guiarse otra vez por el apellido Calvo Sotelo", quisiera manifestar, desde mi modesta posición de español de a pie que ha salido al mundo a ver, como prescribía el ideal ilustrado y liberal, y que se siente cómodo en Europa, que para mí, contrariamente a la tesis expuesta en su editorial, la decisión más patriótica, con mayor sentido del Estado y menos egoísta -políticamente hablando- de todas las tomadas por el Gobierno Calvo Sotelo fue precisamente llevar al Parlamento y conseguir que se aprobase -con apoyo no sólo del Grupo Centrista, extremo que no debe olvidarse- la entrada en nuestro país a formar parte del Tratado del Atlántico Norte.Si un hombre de Estado decide llevar adelante un proyecto -anhelo de todos los demócratas españoles desde la firma del Tratado de Washington en 1949- con visión de alcance, no importando que de momento no se logren ventajas aparentes, merece todos mis respetos. Y así como lo pienso se lo digo. Sin acritud y sin sonrojarme. Como creo que piensan muchos millones de españoles./

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