La lucha anti-contrabando se extiende a todo el norte de España

La operación anti-contrabando, desarrollada intensamente en el sur de Galicia desde el pasado mes de mayo, se ha extendido a todo el norte de España y algunos puntos del Mediterráneo. Los precios del tabaco clandestino continúan siendo elevados en las zonas habituales de alto consumo, pero todo parece indicar que la época de vacaciones está siendo aprovechada para introducir y distribuir, de nuevo, cantidades de cierta importancia.

Hasta hace pocas semanas, Galicia era la principal puerta de entrada del contrabando. Por ello el director general de Aduanas, Miguel Sánchez Albertí, decía ...

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La operación anti-contrabando, desarrollada intensamente en el sur de Galicia desde el pasado mes de mayo, se ha extendido a todo el norte de España y algunos puntos del Mediterráneo. Los precios del tabaco clandestino continúan siendo elevados en las zonas habituales de alto consumo, pero todo parece indicar que la época de vacaciones está siendo aprovechada para introducir y distribuir, de nuevo, cantidades de cierta importancia.

Hasta hace pocas semanas, Galicia era la principal puerta de entrada del contrabando. Por ello el director general de Aduanas, Miguel Sánchez Albertí, decía que "no hay ningún punto de España donde se hayan detectado maflas organizadas para la entrada de tabaco, comparables a las de las Rías Bajas". Pero los contrabandistas buscan nuevas zonas y utilizan medios más sofisticados: los barcos-nodríza se quedan más lejos de las costas españolas, las lanchas tipo planeadora desaparecen de los puertos, las claves para comunicaciones por radio se vuelven más complejas y los mercantes utilizan incluso sus embarcaciones de salvamento para distribuir el tabaco a tierra.La Guardia Civil y el Servicio de Inspección de Aduanas se concentran ahora en las costas cantábricas, principalmente en Asturias y el País Vasco, para obstaculizar el desarrollo de nuevas redes de apoyo a la entra da de la mercancía ilegal. Otras zonas vigiladas son las de Almería y Murcia, donde se detectan casos más aislados que en el norte de España, las fronteras de Andorra y el puerto de Barcelona.

Mientras tanto, la Guardia Civil y los servicios de inspección que dependen del Ministerio de Hacienda mantienen una sorda polémica respecto a las responsabilidades en materia de vigilancia. Para el instituto armado la Guardia Civil debe encargarse del control en el mar, al menos en las tres primeras millas de aguas jurisdiccionales; pero los servicios de inspección insisten en que, si estuvieran dotados de mejores medios, la vigilancia marítima sería mucho más eficaz

Frente a estas discusiones, los responsables de la Dirección Ge neral de Aduanas se muestran menos preocupados por los medios materiales que por la necesi dad de una mejor coordinación entre los servicios encargados de la represión del contrabando. En su criterio, la clave del éxito está en el intercambio internacional de información, y las polémicas entre los cuerpos de la Administración que intervienen en cada asunto reduridan en la ineficacia del Estado frente al fraude.

Puestos callejeros

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Como ejemplo pueden citarse casos presenciados por este periódico en Galicia, durante la fase principal de la operación anti-contrabando, en que la falta de dirección común entre los diferentes servicios produjo notables problemas hasta que se centralizó la coordinación de las operaciones en el Gobierno Civil de la provincia. El celo mutuo en la defensa de las competencias de cada sector era una razón importante de este tipo de situaciones.El tabaco rubio de contrabando se mantiene entre diez y cuarenta pesetas más caro de lo que cuestan las cajetillas de las mismas marcas vendidas legalmente en España. Los puestos callejeros constituyen una fuente normal de distribución: los responsables de la operación anti-contrabando siguen sin decidirse a emprender una acción contra estos puestos, y en cambio se estudia la idea de proceder contra locales públicos que ejercen, entre otras actividades, la venta de tabaco clandestino.

Según datos recientes, las organizaciones contrabandistas pagan alrededor de 50 pesetas por la cajetilla que llega a los consumidores a 120-150 pesetas, aunque en momentos de gran escasez ha estado incluso más caro. Los beneficios obtenidós por las redes de importación, distribución y venta del tabaco clandestino equivalen, e incluso sobrepasan, a la carga fiscal que pesa sobre el vendido legalmente. Ello hace decir al presidente de Tabacalera que "el contrabandista es la persona que recauda impuestos y se queda con ellos".

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