Tribuna:

La necesaria e imposible negociación

Una conversación sobre la situación en Euskadi parece más una pelea entre perros que un diálogo entre personas: "ETA, asesina. ¡Policía, asesina!". Esta crispación es un síntoma de que estamos en guerra. Y una guerra sólo puede terminar por victoria de uno de los contendientes o por una negociación entre ellos. No es posible la victoria, al menos a corto plazo: ni se va a acabar con ETA sólo con medidas de fuerza ni ETA va a lograr por la fuerza Ia revolución socialista y la independencia de Euskadi". Queda la negociación, pero ¿cómo va a ser posible la negociación con ETA si ni siquiera se pu...

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Una conversación sobre la situación en Euskadi parece más una pelea entre perros que un diálogo entre personas: "ETA, asesina. ¡Policía, asesina!". Esta crispación es un síntoma de que estamos en guerra. Y una guerra sólo puede terminar por victoria de uno de los contendientes o por una negociación entre ellos. No es posible la victoria, al menos a corto plazo: ni se va a acabar con ETA sólo con medidas de fuerza ni ETA va a lograr por la fuerza Ia revolución socialista y la independencia de Euskadi". Queda la negociación, pero ¿cómo va a ser posible la negociación con ETA si ni siquiera se puede hablar -tranquilamente- de ETA?Entre los animales (al menos entre los marníferos superiores) -dice Michel Serres- sólo hay política. El animal está atrapado en la red de sus relaciones: la comunicación entre animales es una reproducción de esa red, "yo soy tu dominador y te doy", "yo soy tu dominado y recibo de ti". Entre los anirnales no hay objetos, sólo sujetos; el objeto es sólo lo que disputan los sujetos ("¡Mío, mío!"),, lo que los pone en desacuerdo. Hay un momento en la evolución de nuestra especie en el que esa red empieza a abrirse hacia el objeto, y los mensajesno dicen ya "yo", "tú", "nosotros", "vosotros", sino "¡esto!" (sobre lo que estamos de acuerdo "yo", "tú", "nosotros" y "nosotros"). El objeto ha aparecido en el horizonte y se declina en género neutro. Gracias al objeto, el hombre deja de ser animal político, cada uno deja de ser un lobo para cada otro. Desde entonces, lo (inter) subjetivo y lo objetivo se complementan (la pura objetividad del científico y la pura subjetividad del fanático son dos aberraciones simétricas).

Para negociar con ETA tenemos que erripezar (y ellos, por:supuesto, del Estado democrático) a hablar de ETA con objetividad. Pero habría que hacer dos matizaciones. La primera: el que el objeto se decline en género neutro no implica que el sujeto que lo declina sea neutral, el objeto es necesariamente neutro, y para el sujeto es imposible ser neutral. Ser neutral, se dice, es no estar- ni con los unos ni con los otros (neuter, ni el uno ni el otro). Pero el que pretende no estar ni con !los unos ni con los otros está en realidad contra los unos y contra los otros, invierte en su favor la fuerza de ambos (el monarca es un señor que se eleva sobre los señores, despegándose de sus luchas; los países neutrales comercian con los dos bancos en guerra). Para llegar a estar con los unos y con los otros hay que empezar estando, bien con los unos, bien con los otros. Sólo el que se compromete subjetivamente y toma nota objetivamente de su compromiso puede salir del círculo vicioso del enfrentamiento sin salida.

La segunda: objeto no es sólo lo que está ahí -ya-, sino también, y sobre todo, lo no está -aún-, pero puede estar ahí; hay objetos positivos y objetos posibles. Hay que considerar ob

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La necesaria e imposible negociación

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jetivamente la situación actual y los desarrollos potenciales de esa situación. La negociación es necesaria e imposible: situación que no tiene solución a la vista, pero que tiene una solución compleja con componentes imaginarios, imaginarios porque no están en el espacio -a la vista-, sino en el tiempoo, en uno de los futuros posibles. Hay que inventar la solución, inventando dimensiones imaginarias.Para salir de una situación cuya salida es necesaria e imposible hay que pasar de estar con unos o con otros a estar con unos y con otros, para lo que es preciso hacer más complejo el objeto por el que se está en desacuerdo, transformarlo en un objeto sobre el que se pueda estar de acuerdo. Es posible que la situación presente ofrezca posibilidades en este sentido. Es cierto que el Estado es un Leviatán, pero aquí y ahora el Leviatán tiene un rostro humano: por primera vez en mucho tiempo hay personas honestas y competentes en el Gobierno. La realidad les obliga a hacer cosas terribles, pero las hacen de otro modo (esos peinados, esos desalojos). Es una pena que uno de sus puntos ciegos sea -todavía- Euskadi. Es cierto que el terrorismo es inquietante, pero el terrorismo no depende sólo de la voluntad subjetiva de los terroristas, es la respuesta objetiva a una situación sin salida (el terrorismo subversivo es una respuesta al terrorismo estructural). Sólo la posibilidad de perseguir los mismos fines con otros medios (sin necesidad de arrepentirse ni de renunciar) haría posible la erradicación del terrorismo.Nuestro modelo social y político tiene que hacerse más complejo, de modo que incluya entre sus posibilidades la posibilidad de cambiar de modelo; entonces ya no sería un modelo, sino un proceso abierto.

El colectivo Herria-2000-Eliza (Pueblo-Iglesia-2000) lleva ya muchos años convocando al diálogo. Cuando el Leviatán tenía todavía rostro de Leviatán, promovió la publicación de Euskadi la paz es posible. Parte de la edición acabó en la hoguera. Ahora acaba de promover la publicación de Negociar, que incluye aportaciones de un conjunto de ochenta personas que cubren ampliamente el espectro profesional e ideológico. Alguna de las aportaciones se incluyó en la revista que da nombre al colectivo. El libro constituye un alegato lúcido y valiente que puede iniciar un camino. Al abortado proyecto de negociación del último otoño contribuyó la aportación de Esnaola en este libro, publicado entonces en la revista. No es más que un principio. Pero antes de hablar entre los sujetos hay que hablar del objeto. Hay que hablar claro, de ETA y de esta democracia, sin caer ni en el lenguaje del embozo ni en el lenguaje de la sedición.

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