Paralizadas las negociaciones entre la propietaria del barco sobre el que aterrizó el Harrier y la Royal Navy

Directivos de la naviera García Miñaur y representantes de la Royal Navy no llegaron ayer en Tenerife a acuerdo alguno sobre la compensación a percibir por los propietarios del mercante español Alraigo, tras haber permitido, el pasado lunes, que un avión Harrier británico aterrizase sobre el buque al quedarse sin combustible en el Atlántico. Las negociaciones quedaron bloqueadas anoche y se cree que podrían reanudarse en Madrid a partir del próximo lunes. La naviera española se niega a que el avión sea trasladado del barco, atracado en Santa Cruz de Tenerife desde el jueves, en tanto no se lle...

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Directivos de la naviera García Miñaur y representantes de la Royal Navy no llegaron ayer en Tenerife a acuerdo alguno sobre la compensación a percibir por los propietarios del mercante español Alraigo, tras haber permitido, el pasado lunes, que un avión Harrier británico aterrizase sobre el buque al quedarse sin combustible en el Atlántico. Las negociaciones quedaron bloqueadas anoche y se cree que podrían reanudarse en Madrid a partir del próximo lunes. La naviera española se niega a que el avión sea trasladado del barco, atracado en Santa Cruz de Tenerife desde el jueves, en tanto no se llegue a un entendimiento. Los representantes del Gobierno británico aseguran que el avión no transportaba bombas cuando realizó el insólito aterrizaje.

Las dos partes mantienen hasta el presente un absoluto hermitismo sobre la suma de dinero que están negociando. Sin embargo, ha tascendido que existen divergencias entre la naviera y los representantes del Gobierno británico en torno al posible arbitraje ante este peculiar contencioso. La parte española, que valora el avión rescatado en unos 2.800 millones de pesetas, estima que los tribunales españoles deben dictaminar sobre el caso mientras el cónsul británico en Canarrias, David Alexander, ha propuesto el arbitraje de la aseguradora londinense Lloyd's. Los portavoces de la Royal Navy han precisado que si el contencioso pasa a los tribunales españoles se desentenderían del asunto.El capitán de fragata Paul R. R. Madge, comisionado por la Royal Navy para investigar el asunto del extraño aterrizaje del Sea-Harrier, contaba ayer con una sonrisa la anécdota de que el joven piloto del avión, Ian Watson, lo primero que hizo al llegar a tierra el jueves fue pedir un peine para arreglar su pelo. No podía, sin embargo, ocultar la preocupación que embarga a las autoridades británicas por el origen de una avería que los técnicos de la Royal Navy no se explican ni aún han podido empezar a analizar.

Según la versión que la Royal Navy considera oficial y que ha sido contada por el piloto, el Harrier 001 despegó del portaaviones Illustrious sobre las seis de la tarde del lunes en una operación rutinaria de reconocimiento. Por un defecto que considera misterioso, el avión que pilotaba Watson perdió el control del equipo de navegación y el uso de la radio; cuando ya sólo le quedaban seis minutos de autonomía, decidió el aterrizaje y para hacerlo arió la plataforma del carguero español AIraigo, que hacía la travesía Bilbao-Tenerife. El capitán de este barco matriculado en Santander es Aitor Suso, de 26 años, quien en los primeros minutos de pánico creyó que el barco se iba a pique y él era el otro capitán de la tragedia. Los representantes británicos del avión aseguraron ayer que las noticias difundidas sobre la existencia de bombas en el Harrier son falsas. De lo que Watson se desprendió en vuelo fue de depósitos de combustible, cuyo lanzamiento puede haber conducido a confusión.

Ayer estaba el Harrier 001 majestuosamente situado sobre los contenedores que transportaba el barco español y sobre una furgoneta blanca parcialmente dañada que el barco traía, de fábrica, para un herreño residente en Tenerife. Si el accidente no se hubiera contado ya, parecería que quien colocó este avión de combate sobre el mercante español fue un maniático de la distribución de espacios.

Especulaciones

Mientras tanto, en medios navieros y periodísticos han crecido especulaciones sobre la cuantía de este "premio de salvamento", a la que también tendrán acceso, junto con la naviera propietaria del buque, los catorce tripulantes que el pasado lunes asistieron atónitos al aterrizaje del avión inglés. Ellos esperaban en el barco, situado en la dársena comercial de Santa Cruz, mientras que el piloto que fue su susto y su huésped viajaba, ayer muy temprano, a su tierra.Las autoridades británicas tie- nen dispuesto en Funchal (Madeira) al petrolero British Tay para recoger en Tenerife al Harrier y transportarlo al Reino Unido. Es probable que, si las condiciones se establecen y se acuerdan, el mencionado petrolero llegue en breve a Tenerife a privar a los habitantes de Santa Cruz de lo que ahora constituye una de las atracciones más insólitas de la ciudad.

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La ausencia de datos técnicos sobre el origen de la avería del Harrier ha desatado tantas especulaciones como las relativas a la cuantía de la indemnización de que se habla. Los expertos de la Royal Navy se declaran sorprendidos porque creen que este avión de combate, que ha sido utilizado con éxito en la más reciente guerra británica, la de las Malvinas, es francamente seguro. Piensan que este hecho crea historia en los anales de la navegación y estiman que lo que salga de las negociaciones en curso no será sólo una cuestión de dinero, sino la formulación de un principio.

Por otra piarte desean que esto no ocurra más. "Si ocurriera otra vez", decía ayer de todos modos el capitán Madge, "nosotros esperamos que el piloto que protagonice el hecho sea de la misma calidad que Watson".

Situación insólita

En todo momento los británicos se niegan a hablar de su piloto como de un héroe. Asimismo, descartan toda posibilidad de inexperiencia por parte del joven Watson, que se haya en su última etapa de entrenamiento con la Royal Navy, a la que pertenece desde hace tres años y medio, uno de los cuales ha consumido pilotando estos aviones de apariencia ligera. En la hoja de servicios de Watson, dice Maged, después de pensarlo detenidamente, se podrá decir, tras este hecho insólito, que ha establecido un récord, que ha hecho algo que nadie hizo antes y que resolvió de modo notable una situación insólita. Este relato de admiraciones hacia el joven subteniente Watson no va a evitarle el período que aún le faltan para culminar su entrenamiento, unos quince meses más en la base aérea de Yeowalton, en Somerset (Inglaterra).Watson no verá, sin embargo, cómo el avión, cuya integridad salvó de modo tan arriesgado para él y para los catorce tripulantes del barco español, abandona el AIraigo, porque ya está en su tierra. El capitán de fragata Madge no ve ninguna razón oculta en esta prisa por devolver a tierra inglesa al aviador protagonista, y explica que "cuando en nuestro trabajo algo no va necesariamente mal sino que se produce fuera de los cauces habituales y la persona que ha protagonizado los hechos no resulta herida, ésta regresa cuanto antes a la base de la que procede".

Los otros protagonistas de la historia están en cierto modo como Watson, que ya no puede hablar en Tenerife de su hazaña. Los catorce tripulantes del Alraigo guardaban ayer silencio absoluto sobre la gesta que han coprotagonizado. Asomados a la cubierta del barco, alguno de ellos respondían con evasivas sobre la experiencia personal que queda en sus vidas. En las dependencias de la consignataria del buque, mientras tanto, se ponían cifras a esta historia.

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