Antoni Negre

El nuevo presidente de Banca Catalana, un prototipo de la burguesía que ama tanto el trabajo como la cultura

Sencillote, cordial, de permanente sonrisa casi zalamera que esconde/apacigua a un hombre de principios sólidos y de gran dureza profesional, el nuevo presidente de Banca Catalana, Antoni Negre, es una de esas personas que jamás entrará delante de nadie en un ascensor. Licenciado en Derecho con premio extraordinario, profesor a tiempo parcial en el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE), empresario por ósmosis y banquero por accidente, Antoni Negre es un claro representante de la burguesía ilustrada catalana, esa clase que ahora se considera en uno de sus peores momentos de cris...

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Sencillote, cordial, de permanente sonrisa casi zalamera que esconde/apacigua a un hombre de principios sólidos y de gran dureza profesional, el nuevo presidente de Banca Catalana, Antoni Negre, es una de esas personas que jamás entrará delante de nadie en un ascensor. Licenciado en Derecho con premio extraordinario, profesor a tiempo parcial en el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE), empresario por ósmosis y banquero por accidente, Antoni Negre es un claro representante de la burguesía ilustrada catalana, esa clase que ahora se considera en uno de sus peores momentos de crisis. Antoni Negre es uno de los escasos hijos de esa burguesía que se ha integrado con personalidad propia en una gran organización económica no institucional.

Antoni/Antonio Negre Villavecchia heredó de su padre, el agente de cambio y bolsa Leandro Negre Olivar, la visión mercantil de la vida, el sentido moral del esfuerzo individual, la tenacidad un tanto calvinista de quienes se mueven en la selva de los números. Su madre Enriqueta Villavecchia Dotti, le dejó en pronta herencia la sensibilidad musical, la familiaridad con los Rusiñol, los Cusachs y tantos otros pintores característicos de su ambiente. Le hizo un asiduo y fanático del Liceo. Su familia, originaria de Italia, de genealogía naviera y entroncada con los Milà los Sagnier y los Vidal Quadras es, como éstas, de las que han contado -y siguen contando- en el mundo apelmazado de savoir-faire del todo Barcelona.Con el premio extraordinario número uno de fin de carrera, el retoño de la saga -tenía cinco hermanos por delante-, el hombre que ahora tiene ante sí la difícil misión de enderezar Banca Catalana tras los desastres pasados, se lanzó en 1953 al intrincado mundo de las oposiciones a la abogacía del Estado. Tras cuatro años en Barcelona, Deusto y Madrid, abandonó. Se casó en 1957 con Maria Assumpció Masià Mas-Bagà, con la que tiene dos hijas, hoy estudiando en el Reino Unido -por aquéllo de que "lo que más me preocupa es la formación profesional y los idiomas son absolutamente básicos"-, y se dedicó de lleno a sus despachos de abogado en Madrid y Barcelona, en colaboración con su hermano Pau, agente de cambio y bolsa. Del contrato administrativo y la asesoría sobre inversiones extranjeras al surgimiento de propuestas empresaria les, no hubo solución de continuidad. Así, Antoni Negre llegó, como por ósmosis, al mundo de la empresa.

Fundó en 1959, apoyado en su grupo familiar y de amigos, y a me días con una compañía alemana Pandelástica Española, S A, proveedora del sector del automóvil Accedió a la propuesta de los suecos de SKF de reorganizar y fusionar sus cuatro filiales españolas, y se convirtió en secretario de su Consejo. Montó Cables y Comunicaciones, filial de la Telefónica, con fábrica en Zaragoza y respiró satisfecho cuando en menos de un año tuvo lista la constitución de la empresa, la construcción de la fábrica y el inicio de la producción Desempeñó la secretaría del consejo del fondo de inversión Gesfondo, creado por la familia Negre el Banco Urquijo y la Unión de Bancos Suizos. Fue asesor y consejero de Abelló Oxígeno Linde de Autopistas y de varias filiales del Banco Atlántico.

Cuando en 1976 estaba por dejarlo todo y dedicarse, por razones personales, solamente a su bufete le llamó el Banco de Vizcaya para que fuera su hombre en Cataluña Lo fue. Lo es: delegado-director consejero de Induban, vicepresidente de Ahorrobank y, ahora, presidente de Catalana. Antoni Negre es un perfecto gentleman. Cultiva la amabilidad con pasión de adolescente. Pero tras ella se dibuja un hombre habituado a la" toma de decisiones: "No me tiembla el pulso". Un hombre religioso, que "sufre y se divierte" y cuyo punto fuerte es el trabajo en equipo y la capacidad de formar gente. Seguramente por ello, y por su visión empresarial y jurídica del mundo económico, ha sido elegido para reencauzar un problema tan espinoso, tan multiaristado, como el del grupo Banca Catalana.

Pero él continuará compaginando esas actividades con las de profesor extraordinario del IESE. Esta combinación de banquero y profesor es la huella de una herencia: la que aúna la velada del Liceo y el despacho de las ocho de la mañana, el dinero y la cultura, la burguesía y la ilustración.

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