Cartas al director

¿Quién teme a Explosivos?

Explosivos Río Tinto, una de las empresas quizá con más mala imagen de cara a terceros, un buen día sorprende a sus trabajadores con una crisis de incalculables consecuencias, que muchos habíamos sospechado por el nepotismo seguido en la firma de ciertos contratos, que ha propiciado que muchos se hayan enriquecido por el exceso y falta de control del gasto, de mantenimiento, por la alegría inversora en tiempo de crisis y por una administración tan defectuosa que haría enrojecer a cualquier economista de mediana talla.Cuando la situación parece insostenible, un nuevo administrador, el señor Esc...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Explosivos Río Tinto, una de las empresas quizá con más mala imagen de cara a terceros, un buen día sorprende a sus trabajadores con una crisis de incalculables consecuencias, que muchos habíamos sospechado por el nepotismo seguido en la firma de ciertos contratos, que ha propiciado que muchos se hayan enriquecido por el exceso y falta de control del gasto, de mantenimiento, por la alegría inversora en tiempo de crisis y por una administración tan defectuosa que haría enrojecer a cualquier economista de mediana talla.Cuando la situación parece insostenible, un nuevo administrador, el señor Escondrillas, saca su varita mágica y, en una cabriola impresionante, pretende que unos trabajadores que durante muchos años han sufrido los zarpazos de unos administradores que habían descuidado las relaciones humanas sigan sufriendo sobre sus espaldas los errores ajenos.

Para ello pretende recortar los salarios con ideas tan peregrinas como subidas a partir del 1 de julio y planes a largo plazo que, en definitiva, no son sino alargar la agonía de un moribundo. No es esa la solución, señor Escondrillas. Busque usted responsables, busque capital debajo de las piedras, utilice la imaginación, pero no condene a la miseria a un colectivo de trabajadores ya de por sí sacrificados. Ante los diálogos de sordos y la vergonzosa colaboración de algunas centrales sindicales, la gran masa laboral de Explosivos Río Tinto, en defensa de sus derechos y del mantenimiento de su poder adquisitivo, hace la pregunta que hubiera rubricado Virginia Woolf:. ¿quién teme a Explosivos? /

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En