Entrevista:

Eduardo Punset es partidario de que los liberales se acerquen al Gobierno socialista

Eduardo Punset, liberal que en las pasadas elecciones obtuvo un escaño en el Congreso como independiente en las listas de Convergencia i Unió (CiU), se muestra cauto a la hora de analizar cuál debe ser el papel actual de los liberales. El que fue ministro de Relaciones con la CEE durante el gobierno de Suárez, y sugirió en sus libros políticos "que las posibles salidas a la crisis pasan por una síntesis de las opciones liberales y socialdemócratas", cree que España no se puede permitir el lujo, tanto a nivel autonómico como estatal, de tener gobiernos inestables y, por tanto, "no hay que escat...

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Eduardo Punset, liberal que en las pasadas elecciones obtuvo un escaño en el Congreso como independiente en las listas de Convergencia i Unió (CiU), se muestra cauto a la hora de analizar cuál debe ser el papel actual de los liberales. El que fue ministro de Relaciones con la CEE durante el gobierno de Suárez, y sugirió en sus libros políticos "que las posibles salidas a la crisis pasan por una síntesis de las opciones liberales y socialdemócratas", cree que España no se puede permitir el lujo, tanto a nivel autonómico como estatal, de tener gobiernos inestables y, por tanto, "no hay que escatimar apoyos".

Para el economista Punset, que cuando estuvo en las filas centristas asumió la figura de crítico, es absolutamente necesaria la cohesión social, que debe traducirse en una cohesión política, para afrontar la situación de crisis, cuya "profundidad se está subestimando".Pregunta.- ¿ Cuál cree que debe ser el papel actual de los liberales?.

Respuesta.- Los liberales tomamos nota del hecho importantísimo de que diez millones de ciudadanos han votado la opción socialista del cambio y, sin miedo a decirlo, hay que señalar que entre ellos hay muchos liberales progresistas. Del país ha surgido un mandato explícito en favor del cambio y es necesario no escatimar apoyos para contribuir activamente a la necesaria eficacia de la nueva acción de Gobierno. Además, en Europa existe una larga y variada experiencia de alianzas entre liberales y socialdemócratas y, personalmente, llevo escritos dos libros en cuatro años sugiriendo que las posibles salidas a la crisis pasan por una síntesis de las opciones liberales y socialdemócratas.

P.- ¿ Esta unión de liberales y socialdemócratas podría formalizarse, por ejemplo, a través de una participación en el Gobierno?.

R.- Estoy pensando, sobre todo, a nivel de soluciones programáticas que no tienen porque pasar necesariamente por alianzas parlamentarias que, por supuesto, no hacen falta en el contexto actual, ni tampoco por personalizaciones.

P.- ¿Cree que el PSOE incorporará en su programa los puntos de vista de los liberales?.

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R.- Opino que sí, que muchos liberales progresistas han votado esta opción, es porque han intuido que en esta oferta puede haber una componente de talante liberal moderno europeísta importante. Habrá que esperar unos años para ver si el PSOE es capaz de conservar, gracias a una política realista, ese voto moderado o, si por el contrario, lo defraudará. Pero no diré más.

P.- ¿Considera que hay que crear un Partido Demócrata Liberal en Cataluña?.

R.- No existen razones de Estado que justifiquen en lo inmediato añadir una nueva sigla al ya prolijo y diversificado panorama político catalán. Habría que recurrir a intereses estrictamente partidistas o personales para justificar la creación de un PDL en Cataluña. Además, hay dos razones de peso en favor de enfocar con realismo y prudencia esta cuestión: en Convergència existe ya una componente liberal significativa. No es anecdótico que de los tres primeros puestos en la lista de candidatos al Congreso por Barcelona, dos correspondan a liberales homologados por la Internacional Liberal. Nada similar con lo ocurrido en otros partidos de centro en el resto de España, y no se me puede imputar fácilmente que hago una valoración voluntarista si atribuyo a este detalle una incidencia no despreciable en la diversidad, positivos en unos casos y negativos en otros, de los resultados electorales. Por otro lado, no me parecería sensato, mientras los liberales en Cataluña puedan defender su ideología en partidos como Convergència o Esquerra Republicana, constituir una nueva fracción liberal sin haber agotado antes las posibilidades de aglutinamiento y entendimiento con los que sin dejar nunca de haber sido liberales militen en otros partidos.

P.- Como economista, ¿ hasta qué punto incide el factor económico sobre el político?.

R.- Una de las grandes lecciones europeas es que los factores de competitividad de los países han cambiado radicalmente. Hoy es importantísimo, como factor de competitividad, el grado de cohesión social. Está demostrado que los países que han afrontado mejor la crisis son los que tienen una mayor cohesión, y a España se la cita como ejemplo en el Fondo Monetario Internacional, como uno de los países a los que le ha ido peor debido a esta falta de cohesión, que, por supuesto, debe traducirse a nivel político. No se puede elucubrar en política al margen de la situación concreta y yo creo que se está subestimando la profundidad y la extensión de la crisis económica y financiera con la que se enfrenta el país. Se equivocan los que esperan todavía que una reactivación del comercio mundial pueda ayudamos. Al contrario: se producirá una nueva contracción del comercio mundial a raíz de la retirada de los bancos de segunda y tercera fila de muchos países del Tercer Mundo.

En este horizonte, me parece muy arriesgado condicionar nuestro comportamiento conforme a criterios estrictamente parlamentarios, partidistas o personales.

P.- ¿ Cuál debe ser la actitud de los partidos?.

R.- Las nuevas condiciones de crisis reclaman el nacimiento de una nueva ética política. El sistema parlamentario no puede ser una calcomanía del pasado histórico. Una vez decidido el sentido del voto a raíz de la convocatoria de las elecciones, los partidos políticos que están en la oposición deben hacer méritos delante del electorado menos en base a criterios partidistas y más a contribuir a la gobernabilidad a nivel de Estado, autonomías o municipios.

P.- Entonces, ¿ Cómo debe resolverse la inestabilidad que existe en el Parlamento catalán?.

R.- Este país, en donde se van a dar una multiplicidad de elecciones no coincidentes en el tiempo a distintos niveles institucionales, sería muy pronto ingobernable si no cristalizara en los comportamientos políticos la nueva ética, a la que me he referido. Sería muy contraproducente que el resultado de unas elecciones generales incidiera, desbaratándolo, en el equilibrio de Gobierno logrado a raíz de unas elecciones autonómicas. Una de las ventajas del Estado de las autonomías es que -si se administra con rigor y eficacia- se pueda establecer un sistema de lo que Galbraith llamaba, en otro contexto, los counterveiling powers, poderes compensatorios entre Gobiernos de distintos signos a nivel estatal, autonómico o municipal.

P.- Pero hay quien opina, entre otros los comunistas y los socialistas, que la crisis de la cámara catalana es anterior a la convocatoria de las elecciones, como consecuencia de la desintegración de UCD.

R.- Si el equilibrio ya no existía antes del 28-O, entonces creo que habría que ir a mayorías estables a medio y largo plazo; pero eso no quiere decir que se pueda hacer de la noche a la mañana. Si, por el contrario, este equilibrio, a lo mejor difícil, existía, entonces repito que tengamos cuidado porque es responsabilidad de todos el no poner en tela de juicio de nuevo la estabilidad de la cámara catalana por el resultado de unas elecciones generales.. En ese caso, creo que hay que contribuir a la gobernabilidad de esta parcela del país.

P.- ¿ Existía o no ese equilibrio?.

R.- Más que una respuesta personal o subjetiva habría que analizar lo que ha ocurrido con la práctica parlamentaria y con la práctica de Gobierno hasta el momento de las elecciones generales. Pero no puedo decir más sobre esto.

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