CIENCIA

El nacimiento de los osos panda madrileños, suceso zoológico

Las posibilidades de supervivencia de los dos osos panda nacidos en la madrugada del día 4 en el parque zoológico de Madrid son muy distintas y se estima que la cría que se mantiene en incubadora apenas tiene un 15% o 20% de probabilidades de subsistir. Por el contrario, la cría de mayor peso, que convive con la madre, tiene, según los técnicos del zoo madrileño, un 80% u 85% de probabilidades de supervivencia. El nacimiento de las dos crías de oso panda por inseminación artificial de la hembra fue calificado como "Suceso zoológico de alcance mundial" por el director general del zoo madrileño,...

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Las posibilidades de supervivencia de los dos osos panda nacidos en la madrugada del día 4 en el parque zoológico de Madrid son muy distintas y se estima que la cría que se mantiene en incubadora apenas tiene un 15% o 20% de probabilidades de subsistir. Por el contrario, la cría de mayor peso, que convive con la madre, tiene, según los técnicos del zoo madrileño, un 80% u 85% de probabilidades de supervivencia. El nacimiento de las dos crías de oso panda por inseminación artificial de la hembra fue calificado como "Suceso zoológico de alcance mundial" por el director general del zoo madrileño, Tomás Cerdán, durante una conferencia de prensa que tuvo lugar ayer, en las instalaciones del parque.La directora técnica del zoológico, Margarita Celma, explicó que los veterinarios del zoo de Londres solicitaron la inseminación de la osa panda del zoo madrileño, cuando supieron que estaba en celo, tras una experiencia semejante en el zoológico de Washington. La razón fundamental de intentar esta técnica de reproducción estriba no sólo en la dificultad general que esta especie de animales ofrece, sino en el hecho más concreto de que, en cautiverio, los osos panda no llegan a conocer el comportamiento sexual natural entre macho y hembra.

Los veterinarios Liliana Monsalve y Luis Manuel López temían por la suerte de la cría, dado que la osa duerme habitualmente en una cama de madera situada a unos noventa centímetros del suelo y siempre tumbada boca arriba o boca abajo. Desde horas antes de iniciarse el parto y hasta la fecha, la hembra no ha subido a la cama y duerme siempre de costado, en un intento manifiesto de evitar el aplastamiento de la cría.

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