Cartas al director

Los pensionistas se hacen pasotas

Ya se agita el cotarro político y seguramente que, al finalizar el verano, oiremos el tam-tam electoral, llamando a las urnas, para una nueva legislatura. Todos los políticos hacen declaraciones más o menos sugestivas en busca del voto, pero, ¡qué casualidad!, ninguno se atreve a decir lo que es de todos conocido (quizá para que no nos demos cuenta), que estas próximas elecciones las van a decidir el voto de los pensionistas y sus familiares directos.

Recientemente, un manda-mucho hace unas declaraciones diciendo que no se pueden subir las pensiones al mismo ritmo q...

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Ya se agita el cotarro político y seguramente que, al finalizar el verano, oiremos el tam-tam electoral, llamando a las urnas, para una nueva legislatura. Todos los políticos hacen declaraciones más o menos sugestivas en busca del voto, pero, ¡qué casualidad!, ninguno se atreve a decir lo que es de todos conocido (quizá para que no nos demos cuenta), que estas próximas elecciones las van a decidir el voto de los pensionistas y sus familiares directos.

Recientemente, un manda-mucho hace unas declaraciones diciendo que no se pueden subir las pensiones al mismo ritmo que el IPC porque no hay dinero. Esto sería de recibo si no viéramos que el Gobierno derrocha miles de millones y, además, quizá para disimular el paro, se obliga a los trabajadores a aceptar jubilaciones anticipadas, con las cuales no se arregla el problema del paro y se agrava el de la Seguridad Social, pues se anticipa en cinco años el cobro de la pensión y se cotizan cinco años menos, aunque es probable que el Gobierno, al no tener nada que dar, quiera repartir miseria, que es una de las pocas cosas que, repartidas, tocan a más, en vez de tocar a menos.

Ante este desolador panorama, ¿cuál ha de ser nuestra actitud electoral? Entiendo que mientras no tengamos un partido político propio que defienda nuestros intereses, y esto no se improvisa en unos meses, debemos analizar detenidamente las ofertas de cada partido político, que deberá detallar cuál sería su forma de proceder, no tomando en consideración las declaraciones de principios, pues éstos ya figuran en el artículo 50 de la Constitución, del que nadie hace caso. Una vez examinadas estas ofertas, podremos comprobar si se trata de programas realizables o pura demagogia, que para nada nos iba a servir, y entonces elegiremos el mejor.

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Si no se explican con toda claridad, que podamos comprobar que efectivamente se ocuparán de nuestros problemas, tendremos que apartarnos de sus batallitas, hacernos pasotas y proclamar nuestra abstención, ya que, si no nos hacen caso, nosotros replicaremos: "¡Que voten ellos!"./

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