Tribuna:

Una de las peores semanas

La pasada semana resultó, a efectos bursátiles, una de las peores que recuerdan los especialistas en los últimos tiempos. No sólo cayeron, y con fuerza, las cotizaciones de las sociedades más cualificadas del mundo bursátil, sino que se pudo observar un desconcierto, que en muchos casos rozaba el rechazo, en los inversores, que hacía escasamente factible cualquier posibilidad de recuperación del mercado en un futuro más o menos breve.La múltiples veces comentada subida en flex de los tipos de interés en el mercado interbancario, en definitiva, el encarecimiento del dinero que los bancos maneja...

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La pasada semana resultó, a efectos bursátiles, una de las peores que recuerdan los especialistas en los últimos tiempos. No sólo cayeron, y con fuerza, las cotizaciones de las sociedades más cualificadas del mundo bursátil, sino que se pudo observar un desconcierto, que en muchos casos rozaba el rechazo, en los inversores, que hacía escasamente factible cualquier posibilidad de recuperación del mercado en un futuro más o menos breve.La múltiples veces comentada subida en flex de los tipos de interés en el mercado interbancario, en definitiva, el encarecimiento del dinero que los bancos manejaban en el día a día, junto con la deplorable situación política del país, han compuesto un marco en el que, evidentemente, lo único que, en pura lógica, podía ocurrir en los mercados de valores es que se generalizasen las bajas.

Evidentemente, para los voceros del golpismo, y no son pocos en los patios de operaciones bursátiles, la situación no ha dejado de tener su tinte agradable por la vía de que la descomposición política del partido en el Gobierno y, por tanto, lo que ellos pretendían presentar como un desmoronamiento del modelo parlamentario, evidentemente quería significar la inoperancia del sistema democrático.

No obstante, las razones de tipo técnico en las que se ha apoyado la importante depresión del mercado de acciones son múltiples, y por sí mismas justifican la situación. No se puede olvidar que la crisis de los mercados financieros no se está produciendo únicamente en nuestro país, y la situación española, aparte de sus propias deficiencias, está reflejando las importantes tensiones que se están produciendo como consecuencia de las maniobras, tanto del dólar como del resto de las divisas europeas.

Así, pues, no es de extrañar que el intento de hacer cumplir los objetivos de la política monetaria del Gobierno, que está realizando el Banco de España, representen una elevación de las tasas de interés y, por tanto, una fuerte competencia con los activos que se negocian en los mercados de renta variable.

No es menos cierto que la situación, normalmente, se va a prolongar, pero tampoco se puede olvidar que su solución no es fácil y que, aparentemente, nadie está en posesión de la piedra filosofal que consiga que con una política por parte de las autoridades monetarias estadounidenses absolutamente restrictiva y con un dólar revalorizándose casi día día frente al conjunto de una buena porción de las monedas europeas, España no es posible que consiga salvarse de este efecto.

Por tanto, los especialistas esperan para la próxima semana unas reuniones en las que la debilidad volverá a ser la nota que caracterice el desarrollo de la contratación de acciones, con la oferta centrada especialmente en los valores del sector bancario, los que más pueden perder, mientras que el respaldo de las eléctricas estará siempre en función a su rentabilidad.

Como una buena parte de estas sociedades realizarán los pagos de sus dividendos complementarios la próxima semana, es lógico pensar que sus precios observen oscilaciones a la baja como un reajuste lógico a la situación anteriormente expuesta.

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