Asesinato del director del proyecto de la central de Lemóniz

Los técnicos se habían reincorporado al trabajo el 26 de abril

La mayoría de los más de ochenta técnicos superiores que prestaban sus servicios en las tareas de construcción y puesta a punto de la central nuclear de Lemóniz dejaron de acudir a sus puestos respectivos pocas semanas después del asesinato, el 6 de febrero de 1981, del entonces responsable máximo del proyecto, el ingeniero José María Ryan. Durante varios meses las obras estuvieron prácticamente paralizadas por este motivo, ocasionando a la empresa propietaria, Iberduero, SA, unas pérdidas que, incluyendo costos financieros, fueron evaluadas en unos cien millones de pesetas diarias.Aunque espo...

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La mayoría de los más de ochenta técnicos superiores que prestaban sus servicios en las tareas de construcción y puesta a punto de la central nuclear de Lemóniz dejaron de acudir a sus puestos respectivos pocas semanas después del asesinato, el 6 de febrero de 1981, del entonces responsable máximo del proyecto, el ingeniero José María Ryan. Durante varios meses las obras estuvieron prácticamente paralizadas por este motivo, ocasionando a la empresa propietaria, Iberduero, SA, unas pérdidas que, incluyendo costos financieros, fueron evaluadas en unos cien millones de pesetas diarias.Aunque esporádicamente fueron produciéndose reincorporaciones aisladas, como la del ahora asesinado Angel Pascual, la mayoría de los técnicos, que recibieron nuevas amenazas personalizadas de ETAm a raíz de la intensificación de la escalada terrorista contra instalaciones propiedad de Iberduero, mantuvieron su postura hasta el acuerdo, en marzo de este año, entre la Administración central y la autonómica sobre el futuro de la central. Anteriormente, los técnicos se pronunciaron colectivamente en favor de la celebración de un referéndum previo a la entrada en funcionamiento de Lemóniz.

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Esta posibilidad, asumida por el Gobierno de Vitoria tras ser refrendada por el Parlamento vasco, fue, sin embargo, rechazada por el presidente Calvo Sotelo, a quien corresponde constitucionalmente la propuesta de convocatoria de cualquier referéndum. Como salida alternativa, el Ejecutivo vasco, que preside Carlos Garaikoetxea, inició entonces con el Gobierno central negociaciones orientadas a la asunción por parte de las instituciones autonómicas, del control de gestión sobre la central. Tales negociaciones cristalizarían en la creación de la sociedad gestora de la central de Lemóniz, cuya constitución oficial tuvo lugar ayer mismo en Vitoria.

Para entonces el número de ingenieros reincorporados había aumentado notablemente. Tan sólo una treintena seguían sin acudir a sus puestos cuando, hace menos de dos semanas, la dirección de Iberduero se dirigió personalmente a cada uno de ellos, instándoles a presentarse en Lemóniz el lunes 26 de abril. El llamamiento obtuvo, al parecer, el eco esperado, y la situación de las obras durante los últimos días podía considerarse ya como normalizada.

No todos los técnicos que participan en los trabajos de puesta a punto de la central tienen la misma situación laboral. Una parte de ellos son, en realidad, miembros de las plantillas de diversas empresas subcontratadas por Iberduero y, su vinculación con Lemóniz finalizará al acabar las obras. Otros son técnicos nucleares contratados únicamente para trabajos relacionados con la puesta en marcha.

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