Cartas al director

Teatro en Valencia

A juzgar por la carta del señor Sirera Turó, director de los Teatros de la Diputación de Valencia, todo aquel que se considere amante del teatro debe acudir a esta ciudad, dada la importancia de los montajes teatrales que en la misma se realizan. Pero la realidad es bien distinta: ni en Valencia ni en España, la salud del teatro es buena. Yo afirmaría que es catastrófica. Y por las siguientes razones:

1. Afirmar que en una ciudad existe el teatro como hecho cultural por la simple razón de que se ha contratado a una serie de grupos de prestigio (algunos de los que enumera no han i...

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A juzgar por la carta del señor Sirera Turó, director de los Teatros de la Diputación de Valencia, todo aquel que se considere amante del teatro debe acudir a esta ciudad, dada la importancia de los montajes teatrales que en la misma se realizan. Pero la realidad es bien distinta: ni en Valencia ni en España, la salud del teatro es buena. Yo afirmaría que es catastrófica. Y por las siguientes razones:

1. Afirmar que en una ciudad existe el teatro como hecho cultural por la simple razón de que se ha contratado a una serie de grupos de prestigio (algunos de los que enumera no han ido todavía) es tan absurdo como decir que en Madrid hay buen teatro por el simple hecho de que funcionan dos centros nacionales. Además, si observamos la programación del teatro Escalante (el único con una política teatral coherente) durante los dos últimos años, veremos que esos grandes montajes han permanecido entre cinco y diez días en la ciudad. Lo que omite el señor Sirera es que existen lapsos de tiempo suficientemente amplios sin que se ofrezca nada interesante. Al margen de los meses en los que el teatro permanece cerrado.

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2. En cuanto a la programación del teatro Principal, corrobora la continuación de la política de centralismo teatral, ya que durante los dos últirp.os años ha ofrecido, salvo raras excepciones, montajes de obras de éxito (eso no significa calidad) en las carteleras madrileñas. Sólo dos montajes auténticamente valencianos: lbsen y Calderón (de escaso éxito, a pesar de los millones invertidos, y sin proyección alguna en la vida cultural del país).

3. No ha existido en ningún momento malicia, de eso me acusa el señor Sirera, en el análisis de mi articulo sobre la situación del teatro en Valencia, sino una crítica constructiva y laudatoria ante la experiencia descentralizadora que supuso el montaje de Seis personajes en busca de autor.

4. El señor Sirera no da respuesta a las interrogantes planteadas en mi artículo con respecto a la situación de esos grupos teatrales autóctonos, marginados en muchos casos de la programación.

5. Es lamentable comprobar cómo, una vez más, ante la carencia de argumentos serios se recurre al insulto y al ataque personal, no sólo contra mí, sino también contra el responsable de la sección, ajeno totalmente al contenido de mi artículo, lo que evidencia el talante antidemocrático del señor Sirera.

Y, por último, pienso que la afirmación hecha por los señores Narros, y Conejero en su carta, también publicada en su periódico, en la que se decía que mi artículo resultaba "muy injusto y hasta ofensivo para con los que trabajan intensamente por el teatro en la ciu

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