Las feministas de San Marino, en guerra contra una ley fascista

La República independiente de San Marino, una de las más pequeñas del mundo, con sólo 20.000 habitantes, está siendo estos días protagonista de una historia que ha movilizado a las feministas. Sobre las paredes de la preciosa ciudad medieval lucen ya los carteles que anuncian un referéndum popular que divide profundamente a las familias.Se plantea en esta consulta popular si los ciudadanos de San Marino desean conservar la antigua costumbre medieval, sancionada en 1928 por una ley fascista, según la cual toda mujer que se case con un extranjero, es decir, con un italiano, pierde sus derechos c...

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La República independiente de San Marino, una de las más pequeñas del mundo, con sólo 20.000 habitantes, está siendo estos días protagonista de una historia que ha movilizado a las feministas. Sobre las paredes de la preciosa ciudad medieval lucen ya los carteles que anuncian un referéndum popular que divide profundamente a las familias.Se plantea en esta consulta popular si los ciudadanos de San Marino desean conservar la antigua costumbre medieval, sancionada en 1928 por una ley fascista, según la cual toda mujer que se case con un extranjero, es decir, con un italiano, pierde sus derechos civiles: no puede votar ni tener propiedades.

El referéndum ha sido organizado por la Democracia Cristiana con la intención de contrarrestar una victoria de la feminista Alfonsina Balsimello, que fue la primera que se opuso públicamente a ley, querellándose contra el Estado. El juez Francesco Viroli le dio la razón.

Este triunfo fue festejado alborozadamente por las feministas de la Unión de Mujeres, que cuenta con activistas de todos los partidos democráticos.

Inmediatamente, más de cuatrocientas mujeres casadas con italianos siguieron su ejemplo, presentándose ante los jueces para denunciar al Estado para no perder sus derechos civiles.

El comportamiento de estas mujeres fue acogido favorablemente por el actual Gobierno de izquierdas de la República, que llegó al poder con sólo un escaño de diferencia. Y para frenar estos ímpetus renovadores de las mujeres que se atreven en el siglo XX a pedir que no se les quiten los derechos civiles por el pecado de querer amar a un forastero, la Democracia Cristiana ha lanzado el referéndum, pensando ganar la batalIa apoyándose en argumentos de tipo nacionalista.

La vieja ley fascista pretende solamente evitar que el patrimonio de la pequeña República pueda dividirse o ir a manos extranjeras. Y en aras de este principio, puramente económico, se priva a las mujeres de sus más elementales derechos civiles.

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El resultado del referéndum es muy incierto, porque las viejas costumbres conservadoras de San Marino están tan arraigadas como sus piedras medievales.

Será una batalla exquisitamente política; si se tiene en cuenta que poco después del referéndum tendrán lugar las elecciones políticas. Será, en realidad, un referéndum a favor o en contra del actual Gobierno, el primero de izquierdas de la pequeña República.

Mientras tanto, las feministas, indignadas y humilladas por la decisión del colegio de jueces; que ha permitido el referéndum, recibieron ayer a los magistrados, a la salida del Palacio de Justicia, con sillbidos y lanzamiento de monedas, mientras gritaban: "Avergonzaos de seguir siendo hombres de la Edad Media".

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