RELIGION

Lourdes Pintasilgo habla de religión y política

"Se paga caro eso de ser testigo de la fe hoy", decía Lourdes Pintasilgo, miembro del instituto secular Graal y ex primera ministra del Gobierno portugués, en una conferencia pronunciada en Madrid sobre un tema del que sabe por experiencia: la relación entre religión y política."Los católicos entraron con mal pie en el siglo XV, decía la ex primera ministra, "por aquello del angelismo y del apoliticismo". Pero ella pertenece a la generación de los que en los años cincuenta, gracias sobre todo a los franceses, que eran los cristianos avanzados de entonces, descubrieron "las realidades terrestre...

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"Se paga caro eso de ser testigo de la fe hoy", decía Lourdes Pintasilgo, miembro del instituto secular Graal y ex primera ministra del Gobierno portugués, en una conferencia pronunciada en Madrid sobre un tema del que sabe por experiencia: la relación entre religión y política."Los católicos entraron con mal pie en el siglo XV, decía la ex primera ministra, "por aquello del angelismo y del apoliticismo". Pero ella pertenece a la generación de los que en los años cincuenta, gracias sobre todo a los franceses, que eran los cristianos avanzados de entonces, descubrieron "las realidades terrestres". Aquellas posturas se abandonaron luego por sus reminiscencias constantinianas, pero creció el sentido crítico de la realidad; la revolución de los claveles encontró a muchos cristianos dispuestos a la actividad política. "La mayoría de ellos se fue a la extrema izquierda, transfiriendo su mesianismo religioso a la política".

La Iglesia oficial portuguesa siguió otro camino, asistiendo pasiva a la euforia del primer momento y animándose luego, cuando volvió la derecha, hasta convertirse en aliada ideológica. Esa alianza nunca le perdonó a ella ser líder político y no alinearse con el nacionalcatolicismo.

Pintasilgo no se explica el porqué la Iglesia se empeña en poner como puntos conflictivos, respecto a la política, los de la enseñanza, el divorcio y aborto, "pasando casi por alto asuntos como el del hambre, la injusticia del sistema económico o el armamentismo, que atentan mucho más a la liberación del hombre". La Iglesia da, en su opinión, un tratamiento anacrónico al tema de la política, considerándola una zona de un valor excesivo y atribuyéndole un poder superior al real, "que no se corresponde con el hecho de que toda la vida es política y que las fuentes de poder no están en ella".

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