Devaluación del franco belga-luxemburgués en un 8,5% y de la corona danesa en un 3%,

Los ministros de Finanzas de los diez libraron el pasado domingo una dura batalla para mantener el sistema monetario europeo (SME) e impedir que el Gobierno belga devaluara su moneda, por primera vez desde 1949, en una proporción fuerte. Tras doce horas de discusiones ininterrumpidas se llegó a un acuerdo: devaluación del franco belga-luxemburgués en un 8,5% y de la corona danesa en un 3%.El anuncio realizado por el Gobierno belga de que pensaba devaluar su moneda cogió completamente desprevenidos a sus colegas, lo que constituye un éxito desde el punto de vista de Bruselas, ya que el e...

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Los ministros de Finanzas de los diez libraron el pasado domingo una dura batalla para mantener el sistema monetario europeo (SME) e impedir que el Gobierno belga devaluara su moneda, por primera vez desde 1949, en una proporción fuerte. Tras doce horas de discusiones ininterrumpidas se llegó a un acuerdo: devaluación del franco belga-luxemburgués en un 8,5% y de la corona danesa en un 3%.El anuncio realizado por el Gobierno belga de que pensaba devaluar su moneda cogió completamente desprevenidos a sus colegas, lo que constituye un éxito desde el punto de vista de Bruselas, ya que el elemento sorpresa es fundamental en este tipo de operaciones. Pero, en justa compensación, el ministro belga de Finanzas, el ultraliberal Willy de Clercq, encontró una oposición más fuerte de la que podía prever: prácticamente todos sus compañeros se negaron a aceptar una devaluación del 12%, tal y como deseaba el Gabinete belga, que había anunciado ya un fuerte paquete de medidas complementarias: bloqueo de los salarios y de los precios (éstos hasta el mes de junio), apoyo fiscal a las empresas, baja del precio de la energía para las industrias, etcétera.

Los países miembros de la CEE, excepto el Reino Unido, aceptaron en 1979 la creación del SME, mecanismo que controla la paridad de sus monedas y que les obliga a actuar coordinadamente en caso de devaluación o revaluación. El pasado mes de octubre, y debido a la crisis financiera y monetaria provocada por el alza de los tipos de interés norteamericanos, los diez, en una rápida operación, procedieron a realizar un ajuste monetario. En aquella ocasión, Bélgica, en pleno período electoral, se negó a participar y mantuvo su moneda invariable. Cuatro meses más tarde ha sido el Gobierno belga el que ha convocado a sus compañeros, el domingo, a las 14.00 horas, para solicitar una devaluación como jamás se había conocido en el SME: un 12%.

Carrera contra reloj

Bruselas sabía que los diez tenían que llegar a un acuerdo antes de la una de la madrugada, porque, en ese momento, en Japón, se abría la bolsa. Las discusiones, que duraron hasta pasadas las doce de la noche, fueron agrias: la República Federal de Alemania recordó que había revaluado su moneda en un 5,5%, lo que suponía, caso de aprobarse la propuesta de De Clercq, una revaluación efectiva del 17,5%. Francia e Italia se mostraron también muy intransigentes y sólo Dinamarca intentó aprovechar la ocasión para devaluar, ella también, en un 7%. Bruselas llegó a amenazar, incluso, con abandonar el SME, amenaza que, unida a una flexibilización, permitió encontrar la solución.

Los más irritados son los luxemburgueses. Desde hace más de sesenta años existe una asociación monetaria belga-luxemburguesa, de forma que el pequeño ducado utiliza prácticamente la moneda de su vecino. Por ejemplo, Luxemburgo no emite billetes de banco de más de cien francos. El primer ministro luxemburgués no ocultó su enfado: "La devaluación es inoportuna y nos perjudica, ya que el gran ducado no padece una crisis como la belga". Su ministro de Finanzas se declaró consternado por la forma en la que Bruselas organizó la operación. El ministro francés Jacques Delhors -que acudió a Bruselas pese a que acaba de perder a su hijo-, afirmó que Bélgica se había comprometido a apoyar la posición francesa en la discusión de los precios agrícolas que tendrá lugar próximamente.

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