Repatriados los náufragos franceses encontrados por un pesquero asturiano

Dos hombres franceses de más de cuarenta años, acompañados de un hijo de uno de ellos, de once años de edad, vivieron nueve interminables días a la deriva en el mar, a bordo de un pequeño bote, desde Bayona (Francia) hasta las proximidades de la costa asturiana, donde fueron rescatados por un pesquero de Lastres, a veinte millas de esta localidad. En la lancha carecían de alimentos y de agua, y las artes de pesca que llevaban estuvieron en todo momento vacías.

Los tres fueron internados en el Hospital General de Asturias, de Oviedo. Los dos primeros, repuestos ya de su agotamiento, ...

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Dos hombres franceses de más de cuarenta años, acompañados de un hijo de uno de ellos, de once años de edad, vivieron nueve interminables días a la deriva en el mar, a bordo de un pequeño bote, desde Bayona (Francia) hasta las proximidades de la costa asturiana, donde fueron rescatados por un pesquero de Lastres, a veinte millas de esta localidad. En la lancha carecían de alimentos y de agua, y las artes de pesca que llevaban estuvieron en todo momento vacías.

Los tres fueron internados en el Hospital General de Asturias, de Oviedo. Los dos primeros, repuestos ya de su agotamiento, fueron dados de alta hace días. El niño y sus padres salieron ayer en ambulancia para Francia, donde ha de continuar varios días hospitalizado. Su madre llegó a Oviedo para abrazarle a él y a su marido, mientras comentaba emocionada: "Después de varios días de inútil búsqueda había perdido toda esperanza. Ahora he venido a convencerme de que es verdad que siguen vivos y de que no he sido víctima de un sueño". También dijo que en las próximas vacaciones irán a Lourdes en peregrinación, y que algún día acudirán a Covadonga para dar gracias por el desenlace de esta odisea, que provocó el desplazamiento a la capital del principado de varios enviados especiales de algunos medios informativos franceses, como SoudOuest y France Soir.Bernard Selve, de 49 años; Serge Robert Besancenez, de 49, y el hijo de éste, Jean François, de once, salieron a la mar el pasado día 4, desde el puerto de Bayona, con la intención de pescar un rato en el bote Malay para hacer tiempo hasta la hora de comienzo de un partido de fútbol, en el que participaba el Girondinos de Burdeos, cuyo desarrollo pretendían seguir por televisión. Con las artes ya dispuestas para la pesca se vieron repentinamente envueltos en una espesa niebla, que llegó a desorientarles por completo. Después de algunas tentativas, sin éxito, de abandonar la zona de nieblas, debido en gran parte al fallo de la brújula, cuyo compás no respondía, optaron por parar el motor, puesto que disponían de muy poco combustible.

El motor de la pequeña lancha no volvió a funcionar y sus tres tripulantes comenzaron así una interminable aventura de nueve días a la deriva, desprovistos de alimentos y bebidas. Los náufragos aseguran haber visto en la tarde del mismo día 4 un barco, al que hicieron señales luminosas con bengalas y una antorcha de cotones regada con gasóleo, pero éste no respondió a sus llamadas de socorro. En varias ocasiones divisaron la costa vasco-francesa. Eso destrozaba sus manos porque intentaban afanosa e inútilmente desplazar a remo la chalupa hacia ella.

Síntomas de congelación

El niño Jean François, protegido por el cuerpo de su padre, Serge Robert, durante la noche, para darle calor, no pronunció una sola queja, y asegura no haber sentido miedo hasta la víspera del rescate, cuando fueron alcanzados por una fuerte tormenta. Al ingresar en el Hospital General de Asturias tenía dolores en las piernas, provocados posiblemente por una flebitis, consecuencia de la deshidratación y de los síntomas de congelación que presentaba. Bernard y Serge Robert se encontraban agotados. El primero de ellos llegó a perder la lucidez en algunos momentos. Los dos han revelado, por separado, una extraña versión, según la cual hacia el tercer o cuarto día de naufragio escucharon una misteriosa voz de hombre, que decia: "Bab, onze heures treinte au capitole", en la que se han querido ver connotaciones parapsicológicas, puesto que no llevaban aparato alguno de radio en el bote. En un momento de posible enajenación mental, Bernard Selve estuvo a punto de ponerse a caminar sobre las aguas, creyendo que habían arribado a una playa.Serge y su hijo residen en el departamento del Aveyron. Después de pasar las vacaciones en Bayona, donde conocieron a Bernard, volvieron unos días, y este último les invitó a salir de pesca en un bote, en el que corrieron la aventura más peligrosa de su vida, a la que puso fin un pesquero de Lastres, que les descubrió y rescató cuando faenaba a veinte millas de este pueblo de la costa asturiana.

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