Tribuna:

El KOR y su autodisolución

A mediodía del 25 de junio de 1976, centenares de obreros de Radom, después de incendiar algunas dependencias de la sede del partido comunista polaco (POUP), levantaron barricadas en las calles y adornaron las paredes con las frases: "Abajo el POUP, un partido que no vale para nada".Las detenciones fueron masivas, y las denuncias de malos tratos por la policía, imnumerables en esta ciudad y en Ursus, vanguardia de las protestas de aquel año.

Exactamente tres meses después, quince personas crearon en la ciudad de Varsovia el Comité de Defensa de los Obreros (Komitet Obrony Robotnikow, KO...

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A mediodía del 25 de junio de 1976, centenares de obreros de Radom, después de incendiar algunas dependencias de la sede del partido comunista polaco (POUP), levantaron barricadas en las calles y adornaron las paredes con las frases: "Abajo el POUP, un partido que no vale para nada".Las detenciones fueron masivas, y las denuncias de malos tratos por la policía, imnumerables en esta ciudad y en Ursus, vanguardia de las protestas de aquel año.

Exactamente tres meses después, quince personas crearon en la ciudad de Varsovia el Comité de Defensa de los Obreros (Komitet Obrony Robotnikow, KOR), con una primera intención de ayudar económicamente a los perseguidos.

La constitución del KOR, seguido por otros grupos de oposición diversos -"no disidentes" como alegó el consejero de Lech Walesa, Tadeusz Mazowiecki-, marcó un punto histórico en la Polonia comunista: por primera vez desde el final de la guerra, obreros e intelectuales se unían contra el poder; las luchas unilaterales de cada cual en 1956, 1968 y 1970 dieron paso a la solidaridad.

Bajo el patrocinio del KOR, en noviembre de 1976 se redactó el denominado "Programa 44", que solicitaba la clásica división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), así como una reconversión del sistema económico a través de una mavor autogestión.

El principal animador del grupo, Jacek Kuron, expulsado del POUP en 1964 por publicar una crítica contra el funcionamiento del partido, dijo en enero de 1977: "Hay que crear movimientos que obliguen al poder a hacer reformas". Un año después, no menos de once grupos diferentes reclamaban libertad de expresión y reformas fundamentales.

Definitivamente encauzado en la vía política, el KOR potenció la rebelión contra el régimen por la vía informativa, editando el periódico clandestino Robotnik (El Obrero), alguno de cuyos artículos firmó un trabajadot de Gdansk llamado Lech Walesa.

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El sentimiento anticomunista de un eran sector de la juventud fue explotado a través de las "universidades volantes" (TKN), algunos de cuyos profesores, Gemerek, Mazowiecki, el propio Kuron, figuran hoy como consejeros del sindicato Solidaridad.

Y un tercer aspecto, que tendría más importancia a corto plazo: la constitución en 1978 de sindicatos libres (WZZ) que desembocaron en la fundación de Solidaridad.

La incidencia política del KOR en las huelgas del Báltico fue evidente: sus principales figuras asesoraban a los obreros y transmitían las informaciones al extranjero. Las autoridades no tardaron en encarcelarlas y pornerlas en libertad a petición de los propios trabajadores.

El KOR, que nunca tuvo apetencias de convertirse en un partido político, por la razón fundamental de la amalgama ideológica de sus componentes, se autodisuelve ahora ante el papel secundarío, como organización, que representa en la actualidad, siendo Solidaridad la verdadera institución que contrarresta y demanda poder al régimen.

La autodisolución es, además, un gesto político para tratar de evitar un ensañamiento mayor de la URSS hacia el sindicato libre, principal víctima de una posible "intervención económica" soviética en Polonia, mediante un boicoteo enérgetico y financiero que podría llevar a las autoridades de Varsovia a decretar el "estado de guerra" y autoconcederse poderes excepcionales que derogasen las ventajas sociales y políticas conseguidas este año.

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