Cartas al director

El asesinato de Rosa Luxemburg

No pretendo polemizar con el editorial "Las manos sucias", del 6 de agosto, con el que evidentemente no estoy de acuerdo (en especial con su pretensión de equiparar la violencia política de izquierdas al terrorismo fascista y nazi), pero creo interesante señalar un error de bulto: el editorialista atribuye el asesinato de Rosa Luxemburg a los nazis.En realidad, Rosa Luxemburg (y Karl Liebknecht, y muchos proletarios revolucionarios alemanes) fue asesinada por militares y policías que obedecían órdenes del Gobierno socialdemócrata de Ebert, Noske y Scheidemann. Este dato es sobradamente conocid...

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No pretendo polemizar con el editorial "Las manos sucias", del 6 de agosto, con el que evidentemente no estoy de acuerdo (en especial con su pretensión de equiparar la violencia política de izquierdas al terrorismo fascista y nazi), pero creo interesante señalar un error de bulto: el editorialista atribuye el asesinato de Rosa Luxemburg a los nazis.En realidad, Rosa Luxemburg (y Karl Liebknecht, y muchos proletarios revolucionarios alemanes) fue asesinada por militares y policías que obedecían órdenes del Gobierno socialdemócrata de Ebert, Noske y Scheidemann. Este dato es sobradamente conocido y se encuentra en cualquier estudio histórico (por ejemplo, el de Jean Barrot y Denis Authier La izquierda comunista en Alemania 1918-21, del que hay traducción española). El militar que mató a Rosa ganó, en su día, una querella por difamación contra quienes le trataban de asesino, al demostrar sobradamente que obedeció al pie de la letra las órdenes del Gobierno socialdemócrata.En 1974, 56 años después de asesinaria, otro Gobierno socialdemócrata tuvo el cinismo de editar un sello postal en homenaje a su víctima. De acuerdo con esta singular lógica, cabe esperar que en el año 2032 edite sellos dedicados a Ulrike Meinhof, Baader, Sigur Debus, etcétera, y que el PSOE haga otro tanto con Miguel Castelis, Patxi Letamendía, Urbiola y demás. Toda una lección de ética socialista y democrática, como dice el editorialista de EL PAIS./

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