Bellas Artes concede 20 millones para restaurar la Real Fábrica de Paños de Brihuega

La Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Museos acaba de conceder veinte millones de pesetas para la restauración de la Real Fábrica de Paños de Brihuega (Guadalajara), un interesante edificio del siglo XVIII, que actualmente es propiedad particular.El hecho ha suscitado reacciones contrarias en diferentes sectores de la localidad, que no comprenden cómo puede destinarse tal cantidad de dinero a restaurar un inmueble para disfrute exclusivo de sus propietarios, en lugar de proceder directamente a su expropiación.

Esta fábrica se puso en marcha como filial de la de Guadalajara y ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Museos acaba de conceder veinte millones de pesetas para la restauración de la Real Fábrica de Paños de Brihuega (Guadalajara), un interesante edificio del siglo XVIII, que actualmente es propiedad particular.El hecho ha suscitado reacciones contrarias en diferentes sectores de la localidad, que no comprenden cómo puede destinarse tal cantidad de dinero a restaurar un inmueble para disfrute exclusivo de sus propietarios, en lugar de proceder directamente a su expropiación.

Esta fábrica se puso en marcha como filial de la de Guadalajara y fue terminada por completo en 1787, durante el reinado de Carlos III. Presenta un curioso aspecto circular, que semeja una plaza de toros, y que resulta realmente original y extraño en un edificio de carácter industrial. En la rotonda principal, hoy en estado lamentable, trabajaban alrededor de un millar de operarlos en sus 84 telares. En la parte trasera del edificio, y dominando el valle del Tajuña, unos jardines versallescos, actualmente bastante descuidados, completan este atractivo recinto, que ocupa unos 30.000 metros cuadrados. Con la desamortización de Mendizábal la fábrica pasó a manos privadas y ahora pertenece a siete primos de las familias González Pérez y Casado.

El estado casi ruinoso en que se encuentra lo justifica uno de sus propietarios, Teresa González, en base a que carecen de los recursos necesarios para su mantenimiento. «No, tenemos dinero», declaró a EL PAIS, «y durante la guerra civil sirvió de cuartel a ambos bandos en la famosa batalla de Guadalajara, por lo que sufrió bastantes daños. Después lo hemos ido arreglando en la medida de nuestras posibilidades; pero más no podemos hacer».

Esta opinión no es compartida por numerosos briocenses, que han podido comprobar cómo parte de la fábrica se ha conservado en un estado aceptable y la utilizaba la familia Casado para veranear y alquilarla desde hace años a algunas familias en la época estival. Sobre este particular, la ejecutiva provincial del PSOE de Guadalajara ha hecho público un comunicado en el que asegura que la actual ruina física del edificio se debe «a la dejadez y falta de interés de sus actuales propietarios», lo que, a juicio de este partido, «constituye una forma, tal vez más grave que otras, de atentar contra la integridad del patrimonio artístico».

Dinero público para una propiedad privada

A juicio de José Pacheco, concejal comunista del Ayuntamiento de Brihuega, lo más idóneo seria que la fábrica pasara a ser patrimonio público, ya que en ella va a gastarse dinero de todos.Teresa González, por su parte, no ve problema en la propiedad del histórico edificio que, según ella, «siempre ha sido de todos». Según nos ha informado, se ha cedido en distintas ocasiones para realizar en su entorno actos culturales y exposiciones, a pesar de que en la actualidad en su entrada campea amenazante el siguiente rótulo: «Prohibido el paso. Finca particular».

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El grupo de personas que forman la asociación Los Amigos de Brihuega parece no tener reparo alguno en la concesión de este dinero, a juzgar por la opinión de su presidenta, Margarita Pedroso: «Me parece divinamente todo lo que se haga para impedir que un monumento se caiga, y no veo que haya ninguna razón para expropiarlo; ellos (los propietarios) dejan entrar fácilmente a todo el mundo».

«Esta polémica», continúa diciendo, «sólo se produce en España. Yo he asistido a un congreso sobre el tema organizado por el Consejo de Europa, y cuando un representante de Adelpha se refirió al patrimonio artístico, distinguiendo entre monumentos públicos y privados, muchos delegados europeos se quedaron sorprendidos: allí no se ocupaban de política, sino de arte».

Para Jesús Simón, concejal socialista, la adjudicación de los veinte millones es sospechosa, si se tiene en cuenta la ligazón existente entre una de las propietarias y Los Amigos de Brihuega, de cuya junta directiva es secretaria. Según muchos comentarios, habría sido la asociación la que habría gestionado esta concesión, que el mismo concejal considera en exceso generosa. En este sentido resalta la diferencia de trato de que ha sido objeto la Real Fábrica con respecto a la muralla, que, a pesar de estarse derruyendo, no ha recibido hasta ahora ni una peseta.

Por otro lado, es la primera vez que un monumento de Brihuega, pueblo declarado monumento histórico-artístico a comienzos de la pasada década, recibe tal cantidad de dinero de una sola vez.

A pesar de las opiniones de estos concejales, no toda la Corporación piensa lo mismo, y así, para Cristóbal Martínez, alcalde centrista, la concesión está bien «si es para beneficio del pueblo, aunque la fábrica sea propiedad particular».

El PSOE, partido que hasta ahora ha llevado la iniciativa de la protesta contra la concesión, ha anunciado una próxima interpelación parlamentaria sobre el tema. La ejecutiva socialista considera sorprendente que, ante el estado de deterioro del edificio, producido, según afirman, por el abandono de sus propietarios, se premie esta conducta con veinte millones de pesetas procedentes del bolsillo de todos los españoles.

Los socialistas estiman que se corre el riesgo de que, una vez consumada la inversión prevista, «se mantenga el mismo estado de descuido físico. Además, en el caso de que la fábrica fuera vendida, esta concesión supondría, con el aumento del coste de la vida, un saneado negocio para sus propietarios».

Archivado En