Solemnidad y buenas palabras en la sesión inaugural de la Conferencia de Cancún

La relación Norte-Sur se ha desarrollado hasta ahora en términos de confrontación, ha manifestado el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, durante el vuelo especial que le trasladó a Cancún. "Espero que seamos capaces de abrir un camino diferente", añadió. En tonos similares, de una buena voluntad casi evangélica, se ha manifestado la mayoría de los ministros asistentes a esta reunión preparatoria de la cumbre de jefes de Estado prevista para octubre.El canciller mexicano, Jorge Castañeda, eligió el verbo de las grandes solemnidades para inaugurar lo que todos los protagonistas ...

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La relación Norte-Sur se ha desarrollado hasta ahora en términos de confrontación, ha manifestado el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, durante el vuelo especial que le trasladó a Cancún. "Espero que seamos capaces de abrir un camino diferente", añadió. En tonos similares, de una buena voluntad casi evangélica, se ha manifestado la mayoría de los ministros asistentes a esta reunión preparatoria de la cumbre de jefes de Estado prevista para octubre.El canciller mexicano, Jorge Castañeda, eligió el verbo de las grandes solemnidades para inaugurar lo que todos los protagonistas consideran como un acontecimiento histórico, al margen de cuál sean sus resultados. Revestido de palabras sacerdotales, abrió el cónclave en estos términos: "Ha llegado el tiempo de emprender una gran cruzada para derrotar al miedo y a la muerte, al hambre y a la injusticia, para establecer el reino de la equidad y la esperanza".

En su breve discurso de apertura, único acto al que tuvo acceso la, Prensa, no faltó tampoco la referencia al reino maya, tan presente en la decoración del hotel y en cada una de las ruinas de esta región. Castañeda recordó que la sabiduría de aquellos hombres no pudo evitar que muriera su cultura. "Pero la nuestra ya no es una de esas civilizaciones particulares, sino una civilización cuyo final implicaría el fin de la historia humana".

Como una mezcla de escepticismo y esperanza fue descrita por Jorge Castañeda la actitud con la que el mundo recibe iniciativas como esta de Cancún, que pretende "buscar fórmulas que permitan extender el ámbito de la libertad, la justicia y el bienestar humanos". Con un nuevo derroche de esperanza terminó sus palabras: "Los ministros aquí presentes tenemos confianza plena en que nuestra actividad sirva para que la próxima reunión de jefes de Estado y de Gobierno tenga el mayor éxito posible".

Este reino de las buenas intenciones no parece, sin embargo, ir mucho más allá de las palabras para la Prensa. El clima de la reunión tiene un aire distendido, pero no porque se esperen grandes cosas de este reiniciado diálogo Norte-Sur, sino porque la tarea de los cancilleres es relativamente fácil: fijar la agenda para los jefes de Estado.

Las brutales diferencias entre los veintidós países participantes es poco probable que puedan ser superadas, aunque sólo sea a nivel de lenguaje, en este tipo de reuniones. Las distancias entre unos y otros quedan reflejadas incluso en el medio de transporte elegido para llegar a Cancún. Los representantes de cinco países industríalizados y de la petrolera Arabia Saudí llegaron en aviones especíales, mientras los demás lo hicieron en vuelo regular.

El artificio protocolario de sentar a los ministros a la mesa por riguroso orden alfabético no oculta el diferente peso específico de Estados Unidos y Tanzania, por poner sólo un ejemplo. Una posible muestra de la fe que el Gobierno norteamericano tiene en esta reunión podría ser el que Haig hablase mucho más durante su vuelo a Cancún de la misión pacificadora de Habib en Oriente Próximo que de las expectativas del diálogo Norte-Sur.

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No deja de ser igualmente sintomático que entre los problemas económicos más serios de las relaciones internacionales pusiese especial acento en el proteccionismo con el que los países en vías de desarrollo tratan de evitar la invasión de artículos procedentes de los países ricos.

"Establecer vínculos interpersonales de comunicación" sería, en opinión de Haig, uno de los objetivos de esta conferencia. Aunque Estados Unidos acepta a regañadientes este marco multinacional, el secretario de Estado insistió en que no por eso abandona el campo de los acuerdos bilaterales. Según lo dicho por Haig, no hay un cambio fundamental en la actitud estadounidense que augure grandes logros al nuevo diálogo Norte-Sur.

La actitud de Francia y de la República Federal de Alemania, que entre las naciones desarrolladas se han comprometido a que de la cumbre salga un compromiso formal de cooperación internacional, puede ser clave en el desarrollo de las conversaciones.

Aunque todos insisten en que no hay papeles previos ni orden del día, parece que el informe elaborado por la comisión Brand servirá de base a las primeras discusiones con un borrador actualizado por la delegación mexicana, que, como anfitrión, trata de ejercitar un cierto liderazgo entre los países del Sur.

El informe Brand vaticinaba una época de hambre y penuria para muchos países si no se llega a acuerdos globales. El restaurado entendimiento entre Francia y México se revela como uno de los ejes del posible entendimiento entre éstos veintidós países, que tienen una población total de 2.800 millones de habitantes y un producto interior bruto de 6,5 billones de dólares.

Willibald Pahr, ministro austriaco de Asuntos Exteriores y copresidente de la reunión ministerial preparatoria de la cumbre de Cancún, declaró ayer que ésta será "de naturaleza política" y constituirá un paso esencial para la cooperación en el seno de la ONU.

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