La conmemoración de Amnesty

En la reseña de EL PAÍS del homenaje que la Cruz Roja Española ofreció a Amnistía Internacional el pasado 25 de junio, por razones puramente mecánicas se quedó fuera en la segunda edición la mención de las intervenciones de Antonio Gala, Alberto Iniesta, Jaime Miralles y Guy Prim, y sólo quedaron reseñadas las de Aranguren, Antonio Carretero, Juan Luis Cebrián y las palabras de clausura pronunciadas por Silvia Escobar. Esta ha declarado posteriormente al acto. «Quiero aprovechar la oportunidad que me brinda esta omisión involuntaria para darles las gracias a todos: a Cruz Roja Española, en las...

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En la reseña de EL PAÍS del homenaje que la Cruz Roja Española ofreció a Amnistía Internacional el pasado 25 de junio, por razones puramente mecánicas se quedó fuera en la segunda edición la mención de las intervenciones de Antonio Gala, Alberto Iniesta, Jaime Miralles y Guy Prim, y sólo quedaron reseñadas las de Aranguren, Antonio Carretero, Juan Luis Cebrián y las palabras de clausura pronunciadas por Silvia Escobar. Esta ha declarado posteriormente al acto. «Quiero aprovechar la oportunidad que me brinda esta omisión involuntaria para darles las gracias a todos: a Cruz Roja Española, en las personas de González Mas y de su presidente, Enrique de la Mata; a José Luis L. Aranguren, que tan bien puso de relieve la importancia de las organizaciones al servicio del hombre; a Antonio Carretero, que, como integrante de una de ellas, explicó perfectamente la mecánica de las misiones a países de Amnistía Internacional y sus relaciones con los Gobiernos; al señor Cebrián, que, venciendo sus -en sus propias palabras- escasas dotes para pedir cosas, pidió -¡cuánto se lo agradecemos!- los cinco millones de pesetas que necesitamos; a Antonio Gala, que dijo que lo que le conmovía de Amnistía era su inermidad, que la gran fuerza de Amnistía era, paradójicamente, su falta de fuerza, y que hizo una llamada a la afiliación -ya es difícil- con palabras, como siempre, llenas de belleza; a monseñor Iniesta, que dijo nada menos que Amnistía Internacional debía ser para la Iglesia un signo de nuestro tiempo; a Jaime Miralles, que con su habitual elocuencia hizo un repaso a algunos sucesos de la vida nacional, y que expresó que Amnistía era sinónimo en todo el mundo de verdad y de justicia; a Guy Prim, que explicó no sólo la colaboración de Amnistía con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados, sino que rindió su homenaje a la valentía y a la honestidad de los miembros de Amnistía Internacional; a todos los que, en fin, abarrotaban la sala del Centro de Difusión de Derechos del Hombre, de la Cruz Roja, y al alcalde de Madrid, que envió un telegrama de solidaridad con el acto recogido con aplausos por los presentes. Fue un hermoso día para Amnistía Internacional y, me atrevo a decirlo, creo que también para todos los que creemos profundamente en la importancia de la lucha por la defensa de los derechos humanos y de las libertades».

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