Cartas al director

Las otras "ex rojas"

Acabo de leer EL PAIS, como tantos otros días. Ninguna noticia destacable o estrepitosa. Pero sí una serie de artículos, apresurados titulares y comentarios que concurren formando casi un círculo existencial. El círculo de muchas expañolas, «ex rojas» de Umbral, qué, a pesar de los pesares, seguimos siendo rojas, de otra manera quizá; sin tantan facilidad para las etiquetas. Hemos abandonado «el meollo», el centro de la rejería, el Madrid universitario, clandestino primero, democrático y posfranquista después. «Ex rojas» que no vamos al apeadero a buscar EL PAIS porque ni siquiera hay apeadero...

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Acabo de leer EL PAIS, como tantos otros días. Ninguna noticia destacable o estrepitosa. Pero sí una serie de artículos, apresurados titulares y comentarios que concurren formando casi un círculo existencial. El círculo de muchas expañolas, «ex rojas» de Umbral, qué, a pesar de los pesares, seguimos siendo rojas, de otra manera quizá; sin tantan facilidad para las etiquetas. Hemos abandonado «el meollo», el centro de la rejería, el Madrid universitario, clandestino primero, democrático y posfranquista después. «Ex rojas» que no vamos al apeadero a buscar EL PAIS porque ni siquiera hay apeadero en muchos pueblos de España, pero que recibimos, paradójica y puntualmente, nuestra suscripción al periódico. «Ex rojas» que vamos descubriendo la España rural y provinciana olvidada en bares y revoluciones madrileñas. «Ex rojas» que seguimos las elecciones francesas un poco atónitas ante tanta coherencia y madurez política, desprovista de tejerazos y fantasmas con torre de vigía, y que, nos alientan la esperanza en el cambio y la renovación. «Ex rojas» que no vivimos (algunas) el mayo del 68, pero que lo estudiamos y admiramos mil veces, preguntándonos por su significado. «Ex rojas» que, en contra de lo que opina el señor Senillosa, no ocupamos cargos directivos en la General Motors, sino que estamos «currando», dignamente en miles de trabajos, ofreciendo la cara del cambio: todo lo que aprendimos en los pasillos de la universidad, porque sus aulas apenas nos ofrecieron nada. «Ex rojas» que seguimos preguntándonos, quizá entendiendo ahora menos que nunca, por qué nuestros grandes actores renuncian sistemáticamente a la Dirección del Centro Dramático Nacional, por qué la Administración no se desentumece y abre sus pulmones a los intentos válidos de renovación y esfuerzo. «Ex rojas» que, a pesar de todo, seguimos siendo rojas y que nos hubiera gustado ser mayo del 68 o votantes de Mitterrand, pero que tenemos que conformarnos con haber sido antifranquistas, solidarizarnos con los dimitidos directores de los Servicios Informativos de RTVE, manifestamos inquietantemente por la libertad, la democracia y la Constitución o simplemente lamentamos,junto al apeadero, de la ineficacia y la parálisis social. Rojas-ex-rojas que combatimos día a día el desencanto y el miedo para llegar a las próximas elecciones (¿llegaremos?) con ganas de votar todavía en el cuerpo y poder votar más cambio, más libertad y más esperanza./

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