Editorial:

Atatürk y los nuevos militares

TURQUíA HA celebrado el centenario del nacimiento de Mustafá Kernal bajo una dictadura militar que se endurece progresivamente. La imagen del mítico fundador de la Turquía moderna ha sido suavemente retócada -en el aniversario por la autoridad que quiere recibir algo de su fuerza: desde el declarado paternalismo -fue llamado Atatürk: padre de los turcos- a la imagen del militar consciente de su rigor, pasando por una legislación y unas normas que trataban de arrancar a los turcos del pozo asiático y convertirlos en europeos y occidentales. Hay una crítica histórica que hacer a Mustafá Kemal, y...

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TURQUíA HA celebrado el centenario del nacimiento de Mustafá Kernal bajo una dictadura militar que se endurece progresivamente. La imagen del mítico fundador de la Turquía moderna ha sido suavemente retócada -en el aniversario por la autoridad que quiere recibir algo de su fuerza: desde el declarado paternalismo -fue llamado Atatürk: padre de los turcos- a la imagen del militar consciente de su rigor, pasando por una legislación y unas normas que trataban de arrancar a los turcos del pozo asiático y convertirlos en europeos y occidentales. Hay una crítica histórica que hacer a Mustafá Kemal, y es la de que la veloz siembra de occidentalismo -sustitución del alfabeto, prohibición de los trajes tradicionales en favor de la moda indumentaria de Occidente, abolición de las fiestas tradicionales, etcétera- sorprendió psicológicamente a los turcos de tal manera que no se han repuesto todavía y aún viven en un estado de perplejidad entre lo antiguo y lo moderno. Todo ello tenía su aspecto positivo: una tendencia a la independización de la mujer, una destrucción del poder religioso de los derviches, un saldo del caos producido por la destrucción y la desmembración del imperio otomano. Mustafá Kernal habló de democracia e instauró una república sobre el antiguo iultanato; pero las dos palabras perdieron su sentido bajo una dictadura feroz, sembrada de ejecuciones -a veces, de sus propios, ministros-, en épocas que se recrudecían en los tiempos de sus fracasos amorosos y de la aproximación al alcohol.Los militares turcos que han implantado al general Evren comojefe de Estado recuperan el modelo de solidez de aquella dictadura para justificar que había otro caos que destruir y aquella obra por continuar. En diez meses de poder han procedido a unas 2.000 ejecuciones, y,los tribunales pronuncian continuamente sentencias de muerte: el Gobierno declara que intentidar velocidad a los juicios y las ejecuciones por razones de piedad. No ignoran que mueren inocentes:. «Cuando se combate el cáncer, el bisturí del cirujano corta a veces tejidos sanos al niismo tiempo que el tumor»- (almirante Biren). Niegan que haya torturas. Amnistía Internacional, sin embargo, ha publicado una lista de casos de tortura y de otras violaciones de derechos humanos sobre los prisioneros políticos. A principios de este mes, el Consejo Nacional de Seguridad ha recordado la prohibición de cualquier actividad de los partidos políticos, que es «inevitable durante el estado de sitio»; insiste en las prohibiciones de reuniones, de cualquier forma de debate e incluso de expresión de opiniones por parte de cualquiera que hubiese pertenecido al Parlamento disuelto. Trata de salir al paso de las críticas a su proyecto de Constitución.

La Constitución la va a hacer una asamblea constituyente, prevista para el mes de agosto. Sus reuniones durarían hasta octubre. Se trata de una asamble a nombrada y en ningún caso elegida, y con la advertencia ya de que de ella no formarán parte los diputados anteriores. La alegación de la lucha contra el terrorismo de extrema derecha y de extrema izquierda se ha desplazado, como de costumbre, a la persecución de partidos políticos y centrales sindicales, considerados como elementos con,trarios a la unidad nacional y favorables a la «polarización». Es evidente que los actos de terrorismo han descendido, pero no han sido erradicados, y el Gobierno mismo reconoce la existencia de por lo menos un atentado al día, reconocimiento que plantea como unajustificación para continuar su política represiva.

La asamblea nombrada directamente por los militares para producir «rostros nuevos» -es decir, para borrar los de los antiguos políticos tradicionales- producirá una Constitución en la que queden legalizados y permanentes los poderes actuales, aunque los militares «regresen a los cuarteles», según su frase favorita -lo expresan como deseo-, con un Gobierno no responsable ante el pueblo y unos diputados que sólo en parte dependerán de unas elecciones cuyas modalidades, restricciones y sistemas aún no han sido trazados.; es probable que una cláusula suspensoria relegue esas elecciones al momento en que el país vuelva enteramente a la calma. Pero la advertencia de que democracia es igual a caos y orden es equivalente a dictadura flota continuamente en todas las notas oficiales, los discursos y la Prensa censurada (en la que se infiltran a veces artículos críticos de los políticos).

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Como realidad, es poco discutible que Turquía estaba hace diez meses al borde de la guerra civil; pero también lo es que las, fuerzas militares y de seguridad, las organizaciones paramilitares de la extrema derecha, contribuyeron a debilitar la democracia, a no reprifflir con ella los desórdenes y a crearlos en muchas ocasiones. El elevado coste que se está pa-gando en Turquía por un relativo regreso al orden no compensa lo conseguido, sobre todo si se tiene en cuenta que es sólo él miedo lo que evita que las masas en la miseria en el campo y en las grandes ciudades reclamen trabajo y salarios dignos. El «modelo turco» está, a los diez meses de su implantación, desprestigiado, como salida a una crisis profunda.

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