Tribuna:TRIBUNA LIBRE

El cuarto poder económico: los directivos profesionales

Un mundo cada vez más complejo y cambiante ha afectado también a la empresa de negocios. Han pasado ya los felices años en los que todo lo que se producía se vendía. Aquellos tiempos de la posguerra que se prolongaron hasta la década de los sesenta ya no volverán.Pero la empresa continúa siendo el motor del desarrollo económico en todos los países industrializados. Y en todos ellos, y España no es una excepción, la empresa está, evolucionando paralelamente con este entorno económico cada vez más difícil, hacia una dirección totalmente profesional, separando el concepto de la propiedad de la em...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Un mundo cada vez más complejo y cambiante ha afectado también a la empresa de negocios. Han pasado ya los felices años en los que todo lo que se producía se vendía. Aquellos tiempos de la posguerra que se prolongaron hasta la década de los sesenta ya no volverán.Pero la empresa continúa siendo el motor del desarrollo económico en todos los países industrializados. Y en todos ellos, y España no es una excepción, la empresa está, evolucionando paralelamente con este entorno económico cada vez más difícil, hacia una dirección totalmente profesional, separando el concepto de la propiedad de la empresa del de la dirección. Directivos formados en la ciencia de la dirección de empresas ocupan los puestos clave y son los responsables ante la sociedad, el capital y el trabajo de obtener la autocontinuidad actual y futura de las empresas.

,Y esta dirección profesional no es privativa de la empresa de negocios. Es absurdo que un hospital esté dirigido por un médico sin más conocimientos que los de su profesión, como es absurdo que una universidad esté dirigida por un catedrático de Biología. Y de ello tenemos ejemplos en otros países más adelantados que el nuestro. Y puesto que es absurdo, así marchan generalmente dichas instituciones en nuestro país, desorganizadas, económicamente en mal estado y sin dar el servicio adecuado que de ellas espera la sociedad.

El directivo profesional es el único capaz de hacer una planificación a corto y a largo plazo, estableciendo un plan de objetivos cuantitativos y cualitativos coherentes con la estrategia de la empresa. Es el único capaz de aplicar las técnicas específicas para lograr los objetivos y obtener resultados positivos.

Y debido a la dificultad de la planificación estratégica a largo plazo, por la difícil predicción del futuro, condicionado por los sucesos de Polonia, por la crisis del petróleo, las elecciones francesas o la entrada de España en el Mercado Común, el directivo profesional es el único capaz de elaborar una planificación adaptativa, que lleve a la empresa a flote dentro de un mar cada vez más turbulento.

El directivo profesional es el responsable de decidir y de llevar a cabo los planes de inversión, de la investigación y la innovación de productos, de la creación de puestos de traba o, de los aumentos de productividad, de los aumentos de precios, de las subidas salariales, del fomento de las exportaciones, etcétera. Es el responsable, en definitiva, de la buena marcha de las empresas y por ende de la economía del país.

Y, paradójicamente, cuando se habla de programas económicos, de medidas para solventar el paro o para relanzar la inversión, se toman en cuenta las opiniones de la Administración, de los empresarios y de los sindicatos y se olvida a quien realmente detenta el poder de decisión: el directivo.

Los directivos no son ni empresarios, ni obreros, ni funcionarios. Constituyen un grupo de opinión y una fuerza totalmente objetiva, puente entre el capital y el trabajo. Fuerza que si cuantitativamente no es numerosa, sí lo es desde un punto de vista cualitativo, pues cualquier ideología política tendrá que contar con la competencia, la experiencia, y la profesionalidad de los directivos españoles.

Conscientes de su fuerza y su responsabilidad pública, los directivos de empresa se han organizado en asociaciones que se han desarrollado, a partir de los años setenta, en todos los países de Europa.

Buscar su papel social

Los dirigentes o directivos de empresa se han lanzado a la búsqueda de su papel, tanto dentro de la empresa como fuera de ella y han logrado constituirse en la tercera fuerza dentro de la empresa, junto a las organizaciones patronales y a los sindicatos.

Estas asociaciones de directivos en Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Holanda, etcétera, integradas por millares de afiliados, constituyen ya un importante grupo de opinión y de presión, tan importante como el que puedan detentar las organizaciones patronales o sindicales.

Y también en España el directivo está tomando conciencia de una realidad socio-política que hasta ahora ha contemplado con una actitud silenciosa y ausente.

A partir de ahora, los directivos profesionales pedimos ser escuchados y pedimos la participación en los grandes debates económicos que tiene planteados el país, ya que, aparte de detentar el poder en las empresas, tenemos el deber de contribuir a la solución de los graves problemas que acaecen a la economía española, ante la cual nos sentimos no menos competentes y autorizados que el resto de las fuerzas políticas.

No estamos dispuestos a que se nos prejuzgue y se nos vea como un alter ego del empresario y, en consecuencia, como una parte antagónica de los trabajadores. Pero, por supuesto, somos firmes partidarios de la economía de mercado y, por tanto, de la iniciativa privada, y, evidentemente, no rechazamos la lógica empresarial del beneficio, pero no a cualquier coste.

Los directivos de empresa asumimos la parte de responsabilidad que nos corresponde para enderezar la economía de este país. Nosotros debemos ser los ejecutores de un plan de puesta en marcha del relanzamiento económico. Nosotros debemos decidir en nuestras empresas los planes de inversión y de creación de puestos de trabajo y convencer a los propietarios del capital para que vuelvan a invertir. Pero para ello necesitamos un plan económico claro por parte del Gobierno, que aliente la inversión, y necesitamos, por parte de los sindicatos, sensatez y amplitud de miras.

De la colaboración entre los directivos empresariales, el capital, el trabajo y la Administración, depende el futuro económico y hasta político de España.

Jaume Llopis es presidente de ASACE (Asociación de Directivos de Empresa) y presidente de Moulinex España.

Archivado En