CASTILLA-LEON

El juicio de un infanticida, seguido con expectación

En medio de una gran expectación se celebró ayer en la Audiencia Provincial de León eI juicio contra un delincuente común, Justiniano Fernández Abad, de 34 años, que el pasado enero secuestró y dio muerte al niño de diecinueve meses de edad Antonio Calvín, arrojándole desde un puente al río Cea, cerca de la localidad de Banderas.El juicio dio comienzo a las 10.30 horas y se prolongó por espacio de algo más de una hora. Cinco magistrados -dos de ellos venidos de Zamora y Valladolid- integraban el tribunal, mientras que cerca de trescientas personas abarrotaban completamente la sala, los pasillo...

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En medio de una gran expectación se celebró ayer en la Audiencia Provincial de León eI juicio contra un delincuente común, Justiniano Fernández Abad, de 34 años, que el pasado enero secuestró y dio muerte al niño de diecinueve meses de edad Antonio Calvín, arrojándole desde un puente al río Cea, cerca de la localidad de Banderas.El juicio dio comienzo a las 10.30 horas y se prolongó por espacio de algo más de una hora. Cinco magistrados -dos de ellos venidos de Zamora y Valladolid- integraban el tribunal, mientras que cerca de trescientas personas abarrotaban completamente la sala, los pasillos y parte de las escaleras de la Audiencia. Otro grupo de personas ligeramente inferior en número tuvo que permanecer en la calle.

El fiscal pidió para el acusado la pena máxima de treinta años de reclusión mayor y el pago de tres millones de pesetas a la madre del niño. Los cargos presentados fueron los de robo y homicidio con diversas agravantes, desechándose la acusación de secuestro por considerarse que el autor de los hechos desconocía la presencia del niño en el coche que había robado a su padre, frente a un club propiedad de este último, donde la madre trabajaba, a su vez, como camarera. El acusado dijo haberse asustado al encontrar al niño durmiendo en el interior del coche, por lo que se deshizo de él en la forma antes indicada.

Impulso irresistible

La acusación particular solicitó la misma pena, y la defensa -de oficio- pidió que ésta fuera rebajada a veinte años y seis meses de reclusión mayor, dos millones de indemnización, llegando la atenuante de «impulso irresistible». En el juicio, que quedó visto para sentencia, declaró un solo testigo, el padre del niño. Este y el acusado se habían conocido tiempo atrás en la cárcel, donde el primero cumplía condena.

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