Peligroso deterioro del instituto Tirso de Molina de Vallecas

El instituto nacional de bachillerato Tirso de Molina sufre un progresivo derrumbamiento de fachada que amenaza con paralizar la vida académica del centro. Tal posibilidad podría ser grave, al tratarse del único instituto de bachillerato de Vallecas, con más de 2.000 alumnos matriculados.«A principios de curso, el claustro de profesores se planteó retrasar el inicio de las clases ante el peligroso estado del edificio y ante el temor de que se produjeran accidentes en el transcurso de la actividad docente», explica Fernando Arias, secretario y profesor del centro. Las clases comenzaron puntualm...

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El instituto nacional de bachillerato Tirso de Molina sufre un progresivo derrumbamiento de fachada que amenaza con paralizar la vida académica del centro. Tal posibilidad podría ser grave, al tratarse del único instituto de bachillerato de Vallecas, con más de 2.000 alumnos matriculados.«A principios de curso, el claustro de profesores se planteó retrasar el inicio de las clases ante el peligroso estado del edificio y ante el temor de que se produjeran accidentes en el transcurso de la actividad docente», explica Fernando Arias, secretario y profesor del centro. Las clases comenzaron puntualmente, sin embargo, «porque pensamos que nuestra obligación fundamental era impartir clases sin demora, pero el director del instituto envió un acta notarial al delegado provincial por la que se eximía de responsabilidades en caso de que alumnos y profesores sufrieran algún daño».

Desde entonces «vivimos en situación de peligro, si no inminente, sí temerario. Como medida provisional, la autoridad académica ordenó que se vallara con ladrillo la zona más afectada, en la fachada de la avenida de la Albufera, y se condenaran las puertas de acceso. El deterioro del inmueble, sin embargo, avanza a ojos vista, a pesar de que el edificio fue construido hace tan sólo diecisiete años. Los paneles de ladrillo del exterior aparecen visiblemente desprendidos, los cargadores de los huecos de las ventanas «están mírame y no me toques», en expresión de un alumno. «Basta con presionar un dedo a la cristalería para que se venga abajo», señala Fernando Arias. Hay además grietas interiores; la más llamativa, en la pared delantera del edificio. Sendas inspecciones oficiales han comprobado que las instalaciones eléctricas necesitan serias reparaciones y que hay un exceso de gasto de agua -que asciende a 180.000 pesetas mensuales-, debido a las deficientes condiciones de la fontanería del centro. «Se han detectado fugas de agua que, probablemente, deben estar socavando los cimientos».

El pasado 2 de diciembre, el delegado de Educación prometió a los padres de alumnos que las obras comenzarían a principios de año. El proceso parece alargarse, y Fernando Arias teme que las obras no sean lo suficientemente profundas como necesitaría el edificio. «No se trata de arreglar solamente la fachada, sino de plantear seriamente una restauración del edificio». Los arquitectos de la Delegación de Educación han reconocido en varias ocasiones la necesidad de abordar en profundidad la recuperación del edificio», y el director del instituto ha solicitado un presupuesto extraordinario para llevarlo a cabo». Pero, como siempre, las dificultades económicas posponen, año tras año, la concesión de una ayuda que ya había sido concedida verbalmente.

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