Un niño de 12 años mata a otro de tres, ahogándole en una charca

Un niño de tres años de edad, Juan Carlos Aguilar Nieto, el menor de una familia de cinco hermanos, fue muerto por otro de doce, cuyas iniciales corresponden a las siglas M. S. y que padece algún tipo de subnormalidad. El cadáver fue encontrado a las 0.30 horas de la madrugada del jueves flotando en una charca del arroyo Meaques, cerca de la carretera de Aravaca. El móvil del crimen fue, según la declaración del infanticida, que un hermano de aquél le habla roto un patín más de dos años atrás.

El suceso ha conmovido al barrio de Getafe en que viven ambas familias, en números muy próxim...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Un niño de tres años de edad, Juan Carlos Aguilar Nieto, el menor de una familia de cinco hermanos, fue muerto por otro de doce, cuyas iniciales corresponden a las siglas M. S. y que padece algún tipo de subnormalidad. El cadáver fue encontrado a las 0.30 horas de la madrugada del jueves flotando en una charca del arroyo Meaques, cerca de la carretera de Aravaca. El móvil del crimen fue, según la declaración del infanticida, que un hermano de aquél le habla roto un patín más de dos años atrás.

El suceso ha conmovido al barrio de Getafe en que viven ambas familias, en números muy próximos de la calle de Valencia, y que se conocían desde muchos años atrás, manteniendo un tipo de relaciones puramente de vecindad, sin grandes amistades ni roces de ningún tipo.El pasado día 17, martes, el padre de Juan Carlos, Cristóbal Aguilar, se dirigió al mercadillo ambulante de Alcorcón, que se coloca ese día de todas las semanas. Cristóbal Aguilar es vendedor ambulante de frutas en varios pueblos cercanos, menos, precisamente, en Getafe, donde el Ayuntamiento aún no le ha concedido la oportuna licencia. Ese día le acompañaba su hijo Juan Carlos y allí coincidieron con el padre del infanticida,

El hijo de éste, de doce años de edad y cuyas iniciales corresponden a las letras M. S. (en estos casos en que el autor de la muerte es un menor la policía no da publicidad a los datos personales del autor ni de su familia) se llevó a Juan Carlos a dar un paseo y ya no volvieron a aparecer. Por la tarde, Cristóbal Aguilar presentó una denuncia por desaparición en la comisaría de Alcorcón.

A la tarde del día siguiente, miércoles, la madre de M, S. se presentó en casa de la familia Aguilar, acompañada de su hijo, y contando una historia confusa acerca de que su hijo había vuelto a dejar a Juan Carlos en el mercadillo. Según declaró a EL PAÍS la madre del niño muerto, Antonia Nieto, decidieron ir los dos matrimonios con el niño subnormal a la Comisaría de Alcorcón. Allí, M. S. cayó continuamente en contradicciones. Al fin, a la lógica superioridad de la experiencia de la policía, les llevó la averiguar que M. S., durante el paseo, condujo al niño al arroyo Meaques, que discurre entre la carretera de Aravaca y la llamada colonia Arroyo Meaques. Una vez allí se aproximaron a una charca, desnudó al niño y lo introdujo en el agua hasta que murió ahogado.

La comprobación de la historia resultó cierta. A las 0.30 horas de la madrugada, y guiados por el niño, la policía encontró el cuerpo de Juan Carlos en la charca y sus ropas tiradas en el suelo, a unos cuatrocientos metros de distancia. El móvil, según declaró M. S., fue un sentimiento de rencor porque, hace casi tres años, uno de los hermanos mayores del niño muerto le rompió un patín. El infanticida estuvo retenido en la comisaría de Alcorcón hasta que terminaron las diligencias policiales, y pasó a disposición del Tribunal Tutelar de Menores. El cadáver de Juan Carlos Aguilar fue depositado en el Instituto Anatómico Forense.

Para Antonia Nieto, sin embargo, la subnormalidad de M. S. no debe ser muy pronunciada, puesto que en el primer interrogatorio intentó confundir a la policía, dando explicaciones más o menos razonadas, aunque, obviamente, falsas para ser creídas por personas expertas. Una psicóloga especializada en niños, Concepción Pardo, consultada por este periódico, no quiso emitir un juicio sobre la conducta de M. S., por falta de datos sobre su personalidad e historia familiar, pero aventuró que el móvil del crimen le parecía, cuando menos, anómalo: «Pienso que es difícil que un niño subnormal recuerde un hecho ocurrido tres años atrás, y además que lo relacione con otra persona distinta, aunque sea su hermano, y que el recuerdo sea tan fuerte que se convierta en un impulso para matar, extremo al que no se llega tan fácilmente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En