Cartas al director

Muerte y asesinato

El editorial sobre la muerte del etarra José Ignacio Arregui Izaguirre es una clara muestra de la timidez, no demasiado independiente, que ataca al editorialista cuando se tratan determinados temas.No es que haya nada malo en el editorial La tortura y la ley, sino que se queda a medio camino y no llega tan siquiera a un pensamiento que ayer tarde estaba en la mente, y en la boca, de cualquier persona que se pare a pensar sobre la muerte de este terrorista en la comisaría.

Y el pensamiento en cuestión es: ¿Cómo es posible que sean tan estúpidos? ¿Es posible que sean estúpidos? ¿Este algu...

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El editorial sobre la muerte del etarra José Ignacio Arregui Izaguirre es una clara muestra de la timidez, no demasiado independiente, que ataca al editorialista cuando se tratan determinados temas.No es que haya nada malo en el editorial La tortura y la ley, sino que se queda a medio camino y no llega tan siquiera a un pensamiento que ayer tarde estaba en la mente, y en la boca, de cualquier persona que se pare a pensar sobre la muerte de este terrorista en la comisaría.

Y el pensamiento en cuestión es: ¿Cómo es posible que sean tan estúpidos? ¿Es posible que sean estúpidos? ¿Este alguien interesado en que sean estúpidos en grado sumo? Tanta estupidez tiene que tener gato encerrado.

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No quiero caer en la típica dialéctica de los peceros, según la cual, por ejemplo, es facha todo aquél que no piensa como yo, ni tampoco quiero exculpar a nadie. Pero es que todo el asunto es tan burdo que no deja de ser sospechoso. Quiero decir, para entendernos, que a mi juicio había alguien interesado -tras lo de Ryan y el «aislamiento» de ETA- en hacer que todos esos éxitos saltaran por los aires; alguien interesado en reforzar el terrorismo con el único naipe de la baraja que les podía resultar ganador en ese momento: el asesinato por torturas de un etarra. Ya la han armado.

Pues bien: el editorial ni siguiera sugirió todo esto./ .

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