Cartas al director

"Chaquetas rojas " de Iberia

Quizá sea interesante hacer pública una pequeña odisea vivida como consecuencia de la negligencia del servicio chaquetas rojas de Iberia en Madrid.Por dos veces -el miércoles 17 y el viernes 19- llamé a dicho servicio para rogarles que atendieran a mi padre que llegaba procedente de Lima, en el vuelo número 490, y le ayudaran a realizar los trámites de inmigración y su posterior conexión con Barcelona. Mi padre tiene 76 años, está enfermo y no puede desenvolverse solo, y menos en un lugar tan complejo como Barajas, que le es desconocido. Me contestaron que sí, que por supuesto. Sin embargo, la...

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Quizá sea interesante hacer pública una pequeña odisea vivida como consecuencia de la negligencia del servicio chaquetas rojas de Iberia en Madrid.Por dos veces -el miércoles 17 y el viernes 19- llamé a dicho servicio para rogarles que atendieran a mi padre que llegaba procedente de Lima, en el vuelo número 490, y le ayudaran a realizar los trámites de inmigración y su posterior conexión con Barcelona. Mi padre tiene 76 años, está enfermo y no puede desenvolverse solo, y menos en un lugar tan complejo como Barajas, que le es desconocido. Me contestaron que sí, que por supuesto. Sin embargo, la recepción, no se produjo y mi padre, después de esperar y pedir en vano durante muchas horas que le ayudaran, marchó a Madrid y se perdió durante casi cuatro días, abandonado en algún punto de Barajas -ignoro si llegó a recogerlo- todo su equipaje, su documentación y su dinero.

A su vez, yo esperé, obviamente en vano, su llegada en el Pratt durante todo el viernes y la mañana del sábado, sin perderme un solo vuelo. Durante ese tiempo enviamos seis télex a Madrid.

Mi padre apareció cien horas después de su llegada porque intervinieron el consulado, la embajada, la guardia urbana y el servicio de socorro de Radio Nacional. Mientras tanto, los chaquetas rojas seguían paseando por el aeropuerto con sus chaquetas planchadas. Eso sí: sonrientes como en los anuncios. Sé que el servicio no siempre funciona tan mal, que nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, pero todo ha sido demasiado complicado, demasiado largo. Un hombre mayor ha sufrido innecesariamente -y le aseguro a usted que bastante- por una estúpida negligencia. / Cal Batlle,

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