RELIGIÓN

La Conferencia Episcopal centró su atención en los problemas internos de la Iglesia

El cardenal Tarancón, que se confiesa autor del discurso de apertura, redactó un texto intencionadamente discreto. El hombre que en anteriores asambleas sabía confrontar a los obispos, al margen del orden del día, con la actualidad del país, ha dejado en esta ocasión que la Conferencia Episcopal se aplicara diligentemente a su cargada agenda. Estas jornadas, que no han ofrecido ninguna resolución espectacular, han estado, en definitiva, dominadas por un centrifugismo eclesial.

El tema que cuantitativamente más ha ocupado a los obispos ha sido el de su relación con los religiosos. Divers...

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El cardenal Tarancón, que se confiesa autor del discurso de apertura, redactó un texto intencionadamente discreto. El hombre que en anteriores asambleas sabía confrontar a los obispos, al margen del orden del día, con la actualidad del país, ha dejado en esta ocasión que la Conferencia Episcopal se aplicara diligentemente a su cargada agenda. Estas jornadas, que no han ofrecido ninguna resolución espectacular, han estado, en definitiva, dominadas por un centrifugismo eclesial.

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El tema que cuantitativamente más ha ocupado a los obispos ha sido el de su relación con los religiosos. Diversos factores han confluido en dar importancia a este punto. Por un lado, el interés del Papa, que a resultas de sus informaciones sobre la Iglesia latinoamericana, en la que los religiosos constituyen el sector eclesial más crítico y revolucionario, está por un sistema de Iglesia más centralizado y centrado en la autoridad de los obispos; por otro la idea vigente de la comunidad local que trata de acabar con funcionamientos paralelos, integrando a los religiosos en el esquema local. Este paralelismo «autarquía» como decía el portavoz de los obispos, disminuye la eficacia de la actividad de la Iglesia. No es seguro que «los religiosos se contenten con la calderilla», como comentaba un obispo, aludiendo a la satisfacción de los religiosos por el desarrollo de los debates. Se ha logrado un acuerdo-marco satisfactorio, pero los religiosos son muy conscientes de su poder. Si la Iglesia trata de fortalecer su presencia en la sociedad, idea particularmente cara al actual Papa, son ellos los que dominan el sector de la enseñanza, los que ya están en los hospitales y otras instituciones benéficas. Por eso no podía extrañar la presencia en la Conferencia Episcopal de la Confederación Católica de Padres, no tanto para sancionar episcopalmente los planteamientos conservadores que representan Luis Alberto Petit y Carmen Alvear, cuanto para significar la voluntad de los obispos de dirigir des de el episcopado toda presencia pública de los católicos españoles.Los acuerdos de la Conferencia Episcopal no son vinculantes, salvo que sean aceptados por dos tercios de los miembros de la Conferencia, y ulteriormente, sancionados por el Vaticano. Sólo una propuesta de Elías Yanes ha pretendido este rango y se refiere a los textos de religión. El arzobispo de Zaragoza quiere que los obispos locales se atengan al nihil obstat que la Comisión Episcopal de Enseñanza que él preside vincule a los libros de texto de religión que pudieran aparecer en las distintas diócesis. La propuesta no ha sido votada.

La misma tendencia episcopocéntrica aparece en el tratamiento de la Acción Católica Aunque no se han aprobado los nuevos estatutos, el borrador presentado acentúa las competencias de los obispos en el nombramiento de dirigentes. La verdad es que formalmente ese propósito ya está reflejado en los estatutos actuales, fruto de anteriores crisis de los movimientos apostólicos católicos con la jerarquía, pero ahora se quiere acabar con la práctica democrática habitual.

No ha habido pronunciamiento sobre el divorcio por más que los sectores democristianos de UCD especularan con una nueva declaración que pudiera potenciar sus propósitos de recorte al proyecto en curso. Las críticas al proyecto que los representantes de la Confederación Católica de Padres vertieron en la conferencia de Prensa del viernes hay que considerarlas como sus particulares tantos de vista. Sobre el divorcio sólo quedan las sopesadas palabras del cardenal Tarancón en su discurso de apertura, con las que llamaba «la atención de los legisladores» para que, como gobernantes, calibren en conciencia «que han de buscar, por encima de todo, el bien común de la sociedad que rigen». Estas palabras, en línea con la última declaración oficial, respetan la autonomía del legislador y se distancian de los planteamientos de obispos como Marcelo Martín y Temiño, que consideran al divorcio como un inapelable atentado al bien común.

La sucesión del cardenal Tarancón al frente de la Conferencia Episcopal rondaba como una sombra esta 33, asamblea.

Aunque toda conjetura es prematura, parece descartada la candidatura de un antiguo delfín, Elías Yanes, así como parece difícil que hombres señalados del sector progresista o del claramente conservador tengan grandes posibilidades. Entre los moderados que podrían contar con la mayoría están los nombres de Delicado Baeza, Roca y el arzobispo de Santiago, Angel Suquía, que se ha movido mucho y hábilmente en esta asamblea y que podría presentarse a la próxima, con la dignidad cardenalicia. Los obispos más abiertos apuestan, sin embargo, por Gabino Díaz Merchán, de talante liberal, y que garantizaría la continuidad aperturista que caracteriza al cardenal Tarancón. Pero este sector no ignora que las críticas y denuncias que en Roma pesan sobre el cardenal de Madrid son un obstáculo para cualquier candidato liberal.

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