La huelga de FIAT, en vías de solución

Prácticamente se puede considerar aceptado el acuerdo entre Fiat, sindicatos y Gobierno, ya que el 70% de los trabajadores de las fábricas de Agnelli han asumido la base de acuerdo concertada en once puntos, después de un mes borrascoso de negociaciones a todos los niveles.Pero la aceptación del acuerdo no ha sido tranquilo. A los trabajadores que, democráticamente, votaron negativamente al acuerdo en las asambleas de base, se unieron grupos de extremistas que estuvieron a punto de crear un verdadero caos en Turín, con actos de abierta violencia; en ellos fue golpeado con bastones el secretari...

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Prácticamente se puede considerar aceptado el acuerdo entre Fiat, sindicatos y Gobierno, ya que el 70% de los trabajadores de las fábricas de Agnelli han asumido la base de acuerdo concertada en once puntos, después de un mes borrascoso de negociaciones a todos los niveles.Pero la aceptación del acuerdo no ha sido tranquilo. A los trabajadores que, democráticamente, votaron negativamente al acuerdo en las asambleas de base, se unieron grupos de extremistas que estuvieron a punto de crear un verdadero caos en Turín, con actos de abierta violencia; en ellos fue golpeado con bastones el secretario general del mayor gremio sindical, Pier Carniti, de la CISL, el sindicato de inspiración democristiana.

Pero no sólo Carniti fue objeto de contestación. El mismo Luciano Lama, secretario general del gremio CGIL (el sindicato comunista), tuvo que esconderse dentro de una fábrica mientras el secretario general de UIL, el sindicato socialista-republicano, fue salvado de las piedras por un coche de la policía.

Y esta ha sido la nota más triste de la última jornada de la extenuante negociación: la agresión moral y hasta física a los mayores líderes sindicales del país, precisamente por la base obrera.

En un comunicado conjunto de los tres grandes gremios sindicales se subraya que el acuerdo había sido aprobado, aunque con tensiones y discusiones democráticas por la mayor parte de los trabajadores, y que había sido sólo una minoría exaltada la que se ha permitido prostituir los métodos democráticos tan queridos por la clase obrera. Pero lo cierto es que las heridas quedan y que no todo es claro, va que si durante la mañana del jueves los que votaron a favor eran el 70%, durante las asambleas de la tarde, en las que muchos obreros no han podido participar por impedimentos de piquetes de huelga, la situación cambió y la mayoría votó en contra del acuerdo; se organizaron en seguida cortejos y manifestaciones cargadas de tensión y de violencia, hasta el punto que la misma televisión estatal a última hora de la noche afirmaba que la «situación era grave y con el riesgo de no controlar la situación por parte de los sindicatos era real».

Derrota sindical

Las secretarías generales de los tres grandes sindicatos han querido mantenerse prudentes, afirmando que el acuerdo es sólo «un pasaje obligado y difícil», pero que al mismo tiempo por el momento «da garantías de ocupación» y señala un «resultado importante». Para parte de la base obrera, sin embargo, el haber aceptado el estado de crisis de la Fiat para que reciba la ayuda del Estado, la Caja de Integración durante casi dos años y la movilidad externa, son una auténtica derrota del movimiento sindical, después de diez años de luchas.El mundo político está preocupado y afirma que lo sucedido en Turín es muy grave, porque si se diera un paso más en el camino emprendido podría ponerse en peligro el crecimiento democrático, haciendo retroceder a Italia, peligrosamente, en sus conquistas de libertad política. Ahora, el nuevo Gobierno, que está para formarse de un momento a otro, tendrá que hacerse cargo de esta patata caliente.

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