Un vacío legislativo impide a Jordi Pujol remodelar el Gobierno catalán

El portavoz de Convergencia i Unió en el Parlamento catalán, Maciá Alavedra, puso su cargo a disposición del presidente de la Generalidad y secretario general de su partido, Jordi Pujol. Este no aceptó la virtual dimisión de Alavedra y le indicó la posibilidad de que dentro de algunas semanas Alavedra pase a ocupar, además de su actual cargo, una consejería de nueva creación, la de Relaciones con el Parlamento. La falta de desarrollo legislativo del Estado imposibilita ahora una remodelación que afectaría también a otras consejerías.

La actitud de Alavedra se sitúa en el marco de la bip...

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El portavoz de Convergencia i Unió en el Parlamento catalán, Maciá Alavedra, puso su cargo a disposición del presidente de la Generalidad y secretario general de su partido, Jordi Pujol. Este no aceptó la virtual dimisión de Alavedra y le indicó la posibilidad de que dentro de algunas semanas Alavedra pase a ocupar, además de su actual cargo, una consejería de nueva creación, la de Relaciones con el Parlamento. La falta de desarrollo legislativo del Estado imposibilita ahora una remodelación que afectaría también a otras consejerías.

La actitud de Alavedra se sitúa en el marco de la bipolarización que caracteriza al partido de Pujol, en particular a nivel de alta dirección y cuadros medios. Las dos alas se agrupan, respectivamente, alrededor de Ramón Trías Fargas y Miquel Roca. El antagonismo entre ambos dirigentes es absolutamente manifiesto y se da en todos los planos de la actividad política.No se trata de un enfrentamiento ideológico en el sentido estricto de la palabra, sino de un simple fenómeno de acción y reacción ante la gran actividad desplegada por Roca en función de sus objetivos personales, que ahora se centran en conseguir un ministerio. Los partidarios de Trías acusan además a Roca de una presunta continuidad en sus viejas relaciones con el mundo de la especulación urbana y urbanística. Destacan que el antiguo despacho profesional de Roca está en plena actividad, pese a que formalmente se halla al frente del mismo un discreto y joven abogado, cuñado suyo.

En este mismo orden de cosas relacionan a Roca con numerosos nombramientos habidos en consejerías de la Generalidad, en particular en los ámbitos relacionados con la antigua actividad profesional de Roca, que a mayor abundamiento estuvo aspirando a ocupar el cargo de ministro de Obras Públicas y Urbanismo. Los partidarios de Trías acusan a Roca de buscar ahora un acercamiento a los socialistas, a nivel de Estado, con el fin de lograr un Gobierno de coalición entre UCD, PSOE y Minoría Catalana. «Roca considera ahora esta posibilidad con la misma energía que hasta hace pocos días preconizaba una marginación de los socialistas y siempre con el mismo objetivo personal», afirmó una alta fuente de su partido.

El móvil concreto de la actitud de Alavedra ha sido la interferencia de Roca, a través de uno de sus seguidores, el diputado Jaume Camps, en las competencias del responsable del grupo parlamentarlo. Jaume Camps es secretario del grupo parlamentario y está muy vinculado a algunos dirigentes socialistas y comunistas desde los tiempos -ya pasados- en que Roca sostenía sistemáticamente el criterio de mantener buenas relaciones con la izquierda, en especial con los comunistas. Uno de los altos dirigentes del partido de Pujol que informó del conjunto del problema afirmó: «De hecho, socialistas y comunistas han tenido en el Parlamento catalán dos vías para negociar con nosotros: Alavedra y Camps, cuando ello es competencia exclusiva de Alavedra».

Los partidarios de Roca acusan a Alavedra de no haber sabido evitar, en ocasión del reciente debate parlamentario autonómico, que la resolución final contuviera algunos puntos de discrepancia con la política de la Generalidad. Si bien se trataba de meros matices, la resolución condiciona a la Generalidad y al calendario de prioridades de Pujol.

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Presiones de Esquerra

Los partidarios de Trías -y por tanto de Alavedra- responsabilizan tan sólo a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) de la pequeña derrota parlamentaria sufrida por el Gobierno autonómico. Una fuente de dicho Gobierno indicó que ERC quiere presionar en puntos concretos sobre Pujol. Se trataría de reproducir lo ya efectuado con relación a la obtención para los dos diputados andalucistas del Parlamento catalán de la condición de grupo parlamentario. En contra de lo deseado por Pujol, ERC pudo entonces imponer su criterio.Lo que ahora ERC desea obtener de Pujol es la privatización de la televisión en Cataluña, con el fin inmediato de lograr la entrada en servicio de una criticada iniciativa privada denominada Televisión Catalana, SA, uno de cuyos principales dirigentes estuvo en su día condenado y encarcelado por estafa.

Pese a que se han manifestado en el campo parlamentario, los antagonismos dentro del partido de Pujol son más vivos con relación a la Generalidad. En efecto, la remodelación del Gobierno catalán aparece como inevitable a corto o medio plazo. Por un lado, el consejero de Justicia, Ignacio de Gispert, ha dejado de asistir, por razones de salud, a por lo menos tres de las últimas reuniones del consejo ejecutivo. Por otro lado, la ineficacia -por decirlo en palabras moderadas- del consejero de Gobernación, Joan Vidal Gayola, es reconocida abiertamente por los propios partidarios de Pujol.

El democristiano De Gispert y el pujolista Vidal tienen en común el haber sido candidatos propuestos en su día por Miquel Roca. Tanto el uno como el otro carecen actualmente de apoyos, dado el balance de su gestión. Ignacio de Gispert ya fue criticado desde el primer día por el hecho que hubiese tomado como secretaria a una hija suya y, lo que resultaba mucho peor a ojos de colaboradores de Pujol, que hablase con ella en castellano. Este hecho es ciertamente insólito, por ser ambos catalanes de origen y resultar que dicho cambio de lengua sólo se dio en reducidos medios de la alta burguesía afines al franquismo.

Una fuente próxima a la presidencia de la Generalidad indicó que, «pese a sobrarle razones». Pujol no puede proceder de inmediato a una remodelación de su Gabinete. Sucede que todo el Gobierno autónomo -presidente y consejeros con su programa de gobierno- fue elegido conjuntamente, en una misma votación, por el Parlamento catalán, en base a la disposición transitoria quinta del Estatuto de Autonomía. Como esta disposición transitoria aún no ha sido sustituida por una regulación definitiva, el cambio de tan sólo un consejero obligaría a todo un nuevo proceso de investidura, no deseado por nadie. Además, el consejero saliente podría argumentar que su cargo le fue conferido por el Parlamento y que, en consecuencia, el presidente de la Generalidad no puede cesarle. Será con la elaboración del Estatuto interior de Cataluña, por el Parlamento catalán, cuando este tema logre su tratamiento definitivo, sin duda mucho más operativo. Hasta entonces, los cambios son prácticamente imposibles, de ahí que el ingreso de Alavedra en el Gabinete deba esperar. Si bien, según fuentes directas, la ampliación en un cargo del Gabinete catalán podría ser objeto de una transacción provisional con la mesa del Parlamento, o bien de una mera votación respecto a la persona de Alavedra. Pero Pujol se inclina de forma preferente por la rápida elaboración del Estatuto interior de Cataluña, en vez de filigranas con el legislativo, que supondrían más contrapartidas para UCD y ERC.

Las deficiencias personales del Gabinete generan problemas que van a parar al despacho de Pujol, quien, por otro lado, siempre ha poseído la característica de sentirse afectado por todos los problemas, incluidos los mínimos. Tal es el caso del incumplimiento del plazo de designación de los miembros de la Junta de Seguridad de Cataluña y del retraso en la constitución de los servicios de lo contencioso de la Generalidad.

Pujol está también sujeto al incremento de responsabilidades personales, de orden patrimonial, que implica la súbita muerte de su padre, quien se ocupaba de los intereses bancarios familiares. Se da el caso de que un importante accionista fundador del grupo Banca Catalana -el señor Tannembaum, de origen israelí y convicciones sionistas- se consideraba también representado por el padre de Pujol, cuya desaparición, por tanto, no sólo incrementa la responsabilidad patrimonial directa de Pujol -reafirmando su papel de principal accionista-, sino que también puede hacer reconsiderar los equilibrios del accionariado.

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