Cartas al director

Invitados especiales de Renfe

El día 20 de julio tomé el expreso Madrid-Gijón, destino Gijón, en plaza con litera. Al pasar por Avila, tuve que echarme una manta encima, pues refrescaba bastante. La ventana iba abierta, a petición de uno de los usuarios. Y recuerdo que dos horas después de haberme puesto la manta encima empecé a sentir picores. Los achaqué al género acrílico de la manta, y seguí con ella encima. Al llegar a León, hacía las cinco y media de la mañana, el tren se detuvo en la estación, como es habitual. Una hora más tarde seguíamos en la estación parados sin que nadie nos informara de los motivos. Virrios pa...

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El día 20 de julio tomé el expreso Madrid-Gijón, destino Gijón, en plaza con litera. Al pasar por Avila, tuve que echarme una manta encima, pues refrescaba bastante. La ventana iba abierta, a petición de uno de los usuarios. Y recuerdo que dos horas después de haberme puesto la manta encima empecé a sentir picores. Los achaqué al género acrílico de la manta, y seguí con ella encima. Al llegar a León, hacía las cinco y media de la mañana, el tren se detuvo en la estación, como es habitual. Una hora más tarde seguíamos en la estación parados sin que nadie nos informara de los motivos. Virrios pasar el tren Madrid-Avilés, en dirección a Asturias, y vimos salir un tren-tranvía en dirección Gijón. Hacia las siete menos cuarto nos infórmaron por los altavoces que deberíamos abandonar el tren y subir a los autobuses. Todo ello, sin pedir disculpa alguna ni dar información sobre los motivos de este cambio. No hubo ni siquiera un «rogarnos» a los señores pasajeros. Tampoco hubo ningún tipo de ayuda para que ancianos y madres con niños y maletas se trasladaran, por encima de las vías, a los autobuses. Nada.Llegamos a Gijón en vino de estos autobuses. El picor que me había producido la manta seguía insistiendo. No le di importancia. Al día siguiente, el picor aumentó y se extendió por gran parte del cuerpo. Creí que era un eczema o algo por el estilo. A los tres días, lo que yo creía que podía haber sido un eczema se tornó en parásitos corriendo por el cuerpo. No lo podía creer, porque nunca lo había

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visto: eran ladillas. Por decenas. De este animal, uno siempre ha oído hablar, pero nunca ha tenido o tiene experiencias. Tuve que consultar a un dermatólogo. Y llevo diez días, señor director, viajando con estos invitados especiales de la Renfe.

Presiento que de ahora hasta el fin de mis días procuraré evitar, en lo posible, tan exquisito y agradable medio de comunicación. Pero me molesta enormemente que, además de pagar el billete con suplemento de litera, tenga que seguir pagando con mis impuestos el enorme déficit de este infernal servicio, sabiendo además que las VIP viajan en coche cama, absolutamente limpia e higienizada, pero además gratis./

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