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Domingo Fuentes,

un tinerfeño de 23 años de edad, acaba de vivir una apasionante y peligrosa aventura: cuando pescaba en el mar de Los Realejos, al norte de Tenerife, fue atacado por un pez enorme, al que él atribuye cinco metros de largo y cuyas características identifica con las de un tiburón, aunque no está seguro. La mordida que le produjo el pez obligó a los médicos que atendieron al herido a practicarle a éste 52 puntos de sutura, tanto en los brazos como en los muslos, según informa nuestro corresponsal Carmelo Martín. Los entendidos del lugar dicen que si el atacante era un tiburón aparecería po...

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un tinerfeño de 23 años de edad, acaba de vivir una apasionante y peligrosa aventura: cuando pescaba en el mar de Los Realejos, al norte de Tenerife, fue atacado por un pez enorme, al que él atribuye cinco metros de largo y cuyas características identifica con las de un tiburón, aunque no está seguro. La mordida que le produjo el pez obligó a los médicos que atendieron al herido a practicarle a éste 52 puntos de sutura, tanto en los brazos como en los muslos, según informa nuestro corresponsal Carmelo Martín. Los entendidos del lugar dicen que si el atacante era un tiburón aparecería por la zona atraído por las vísceras de los túnidos que se pescan en aquellas aguas y que son descabezados en el mismo lugar. Carmelo García Cabrera, oceanógrafo, no descarta en Canarias la presencia de tiburones, y no oculta que aquellas actividades posteriores a la pesca de los túnidos pueden ser un atractivo irresistible para los feroces animales marinos. El profesor García Cabrera asegura que «en las islas hay una clase de tiburón característica que habita en las profundidades, a más de quinientos metros, acostumbrado a altas presiones. Nosotros hemos capturado alguno para nuestras investigaciones». En opinión del mismo científico, hay otros tiburones típicos: «Se trata de una especie llamada dinamita». Es una broma del científico: en Cananas, como en otros lugares, hay pescadores que alegan que han sido mordidos por peces misteriosos para justificar su mutilación mientras faenaban en el mar, cuando en realidad habían sido fulminados por la dinamita con la que trataban de logar una pesca más fácil, nutrida y rápida.Domingo Pérez fue mordido, dice el corresponsal de EL PAIS, por un pez genuino.

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