Tribuna:

Tienen razón

Los futbolistas afiliados a la AFE anuncian su segunda huelga. De nuevo las baterías oficialistas apuntarán contra los profesionales con los manidos argumentos de que son mimados de la fortuna y que los millonarios no tienen derecho a mostrar una postura de fuerza.El tema viene a ser casi el mismo de la ocasión anterior. Los millonarios no van a luchar por mejorar su condición, sino por evitar las discriminaciones hacia los débíles y para que la Federación cumpla con su propio reglamento y asegure la percepción de sus haberes a aquellos que, finalizada la competición, aún los tienen en el aire...

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Los futbolistas afiliados a la AFE anuncian su segunda huelga. De nuevo las baterías oficialistas apuntarán contra los profesionales con los manidos argumentos de que son mimados de la fortuna y que los millonarios no tienen derecho a mostrar una postura de fuerza.El tema viene a ser casi el mismo de la ocasión anterior. Los millonarios no van a luchar por mejorar su condición, sino por evitar las discriminaciones hacia los débíles y para que la Federación cumpla con su propio reglamento y asegure la percepción de sus haberes a aquellos que, finalizada la competición, aún los tienen en el aire.

La asamblea del fútbol y la Federación olvidan con frecuencia la obligación de adecuar sus decisiones a las leyes de rango superior. La limitación de edad para determinadas categorías, así como los topes salariales, son normas que conculcan el Estatuto de los Trabajadores, elaborado por las Cortes y en vigor desde el pasado 10 de marzo. El fútbol, que ha vivido al margen de la ley durante años, sigue a remolque de los acontecimientos.

Si deportivamente conviene un rejuvenecimiento del fútbol y un mejoramiento de la economía de los clubes, el proceso puede realizarse comenzando por las categorías que obligatoriamente deberían ser amateurs y que no lo son por culpa de los propios directivos.

No ha lugar a las limitaciones anticonstitucionales. Hay, en cambio, obligación de pagar las deudas. Los futbolistas vuelven a tener razón.

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