Cartas al director

Un voto valía más que mil bellas palabras

Durante toda mi vida me han inculcado el respeto a otras ideologías o credos, el amor y la defensa de mi pueblo vasco y la solidaridad internacional, como base de los dos principios antes citados.Y es precisamente esa solidaridad internacional la que me lleva, me obliga, a pedir disculpas sinceras y profundas al pueblo andaluz y, por ende, a ese pueblo andaluz errante, que lucha día a día en Cataluña, en Castilla y aquí en Euskadi en la reconstrucción de nuestras propias nacionalidades.

Esta disculpa, que la hago en nombre propio y en el de mi familia, quiero hacerla extensiva también e...

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Durante toda mi vida me han inculcado el respeto a otras ideologías o credos, el amor y la defensa de mi pueblo vasco y la solidaridad internacional, como base de los dos principios antes citados.Y es precisamente esa solidaridad internacional la que me lleva, me obliga, a pedir disculpas sinceras y profundas al pueblo andaluz y, por ende, a ese pueblo andaluz errante, que lucha día a día en Cataluña, en Castilla y aquí en Euskadi en la reconstrucción de nuestras propias nacionalidades.

Esta disculpa, que la hago en nombre propio y en el de mi familia, quiero hacerla extensiva también en el de mi partido, ANV, en el que tantos militantes andaluces forjamos juntos el futuro de nuestro pueblo vasco. Y, sin duda, también, en el nombre de muchos otros vascos.

Callar ante la injusticia que se ha cometido en el Congreso contra el pueblo andaluz es otorgar, complacer al centralismo imperialista de siempre. Silenciar esa injusticia es apoyar la negativa a un pueblo a su propia soberanía. Es negar el camino que un pueblo ha elegido libre y democráticamente.

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Pero lo más triste para mí, debo reconocerlo, es que ese silencio, ese callar, ha existido por parte de los representantes vascos en el Congreso. No hay duda que las razones de unos y otros (PNV-HB) no han sido las mismas para no haber acudido. Sin embargo, opino sinceramente que, cualesquiera que sean las razones de ambos, se hace muy difícil justificarlas ante el pueblo andaluz.

Quiero suponer que la bandera andaluza izada en los batxokis del PNV, el 28 de febrero, fue un gesto sincero. Estoy convencido que las palabras de Letamendía, Monzón, Solabarría y la mía propia en los mítines de HB fueron sinceras y honradas. «Somos solidarios y hermanos de los braceros andaluces», palabras de Ortzi, que recorrieron Euskadi y que fueron aclamadas por multitudes. No dudo que Letamendía decía de verdad lo que sentía.

Sin embargo, esa solidaridad abanderada y dicha, tanto por PNV como por HB, no ha tenido una consecuencia real, práctica, a la hora de la verdad, a la hora de lo concreto. La realidad ha sido que nuestro silencio, nuestra omisión, ha sido la causante de que el pueblo andaluz, un pueblo vejado, maltratado, explotado hasta la saciedad, un pueblo hermanado con el vasco y con todo pueblo que lucha por sobrevivir, se encuentra, como siempre, dependiente del paternalismo centralista. Tal vez ahora, en un momento de reflexión para todos y de autocrítica para nosotros, digo con dolor: "Valía más un voto frío, y sin palabras de HB, que miles de bellas palabras y buenas intenciones. Con pena, dolor y rabia pido perdón a Andalucía ». / Diputado foral de Bizkaia por Herri Batasuna. Ex secretario general de Herri Batasuna.

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