Lo que enseña una crisis
La diferencia entre un prestidigitador de primera y un ilusionista de feria es que al segundo se le cae el conejo del sombrero en mitad de la representación. Algo de eso hay, y nos duele tener que decirlo, en cómo ha conducido Adolfo Suárez la última crisis de Gobierno. Los espectadores de la crisis, desde la primera a la última fila, estamos descubriendo, sin quererlo, los trucos políticos que tiene en su repertorio el mago de la Moncloa.Donde parecía que iba a haber cambios, todo está quedando en agua de borrajas. Sólo persisten los golpes de efecto: llamada a Fraga, como si la cosa se resol...
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La diferencia entre un prestidigitador de primera y un ilusionista de feria es que al segundo se le cae el conejo del sombrero en mitad de la representación. Algo de eso hay, y nos duele tener que decirlo, en cómo ha conducido Adolfo Suárez la última crisis de Gobierno. Los espectadores de la crisis, desde la primera a la última fila, estamos descubriendo, sin quererlo, los trucos políticos que tiene en su repertorio el mago de la Moncloa.Donde parecía que iba a haber cambios, todo está quedando en agua de borrajas. Sólo persisten los golpes de efecto: llamada a Fraga, como si la cosa se resolviese en una alianza de derecha; cantos de sirena a Fernández Ordóñez, como si la situación fuese a escorarse algo hacia el otro lado; insinuación de que el tocado era Abril Martoreli, como si eso supusiese un cambio de rumbo económico; rumores de defenestración de los socialdemócratas, como si la solución se buscase por otro lado. Y, al final, todo casi como antes y la sensación de que para tan corto viaje sobraban alfojas. ( ... )
, 2 de mayo