Tribuna:Carta abierta a Joaquín Garrigues

Digo vivir

Perdóname, querido Joaquín, que me dirija a ti en este momento, pero es esta una hora de confusión y todos necesitamos clarificarnos.Digo vivir, porque en esa noble lucha que libras con la enfermedad vas venciendo, ganando terreno a las sombras y la desesperanza.

Digo vivir, porque tú, quizá tú, eres el más vital de todos nosotros.

Digo vivir, porque sé que lo harás mucho tiempo, para que volvamos a esta otra lucha política que tanto nos apasiona y tanto nos duele.

Pero te decía que estamos pasando una crujía -como dicen en mi tierra- y en esta crujía nos jugamos mucho tod...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Perdóname, querido Joaquín, que me dirija a ti en este momento, pero es esta una hora de confusión y todos necesitamos clarificarnos.Digo vivir, porque en esa noble lucha que libras con la enfermedad vas venciendo, ganando terreno a las sombras y la desesperanza.

Digo vivir, porque tú, quizá tú, eres el más vital de todos nosotros.

Digo vivir, porque sé que lo harás mucho tiempo, para que volvamos a esta otra lucha política que tanto nos apasiona y tanto nos duele.

Pero te decía que estamos pasando una crujía -como dicen en mi tierra- y en esta crujía nos jugamos mucho todos.

Hay una serie de problemas que son inmediatos, urgentes y con los que debemos enfrentarnos de lleno: terrorismo, situación económica y autonomías.

Para tratar de enfocar de otra forma estos tres puntos clave, se ha hecho necesaria la «remodelación» del Gobierno. Es seguro que los responsables de estos asuntos lo han hecho lo mejor que han sabido o podido. Podemos suponer que los siguientes lo intentarán con la misma buena fe, pero como la política es el arte de lo posible, a lo peor es que no

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

mismo, olvidar las rencillas y trabajar en equipo. Sólo así conseguiremos mantener el espíritu de superación para llegar a las metas que nos propusimos al constituirnos en partido.

Tú, que siempre estás poniendo el dedo en la llaga y denunciando la coba, la picajosería y la memez, haces falta aquí y ahora, con el talente liberal que te acompaña, para seguir criticando, zahiriendo, jaleando nuestra política interna con objeto de que todo sea sometido a revisión y nadie vuelva a caer en los deplorables vicios de antaño, de las mitomanías y liderazgos, sino en los factores serenos de un país equilibrado y moderno.

Así, querido amigo, entenderás mi prisa en que te nos pongas bueno, en que vuelvas pronto a la palestra de las pequeñas y grandes cosas diarias.

Digo vivir, porque el partido necesita en este momento de tu ayuda y de tu esfuerzo.

Digo vivir -y que el poeta me perdone que me apropie de su verso-, porque España requiere hombres como tú, y desgraciadamente no os prodigáis mucho.

hay fórmulas mágicas para remediar, de momento, estos males. Pero en las crisis se debe buscar situar en el sitio preciso a la persona adecuada; porque el interés supremo de un político debe ser la vocación al servicio de su patria, por encima de los intereses de partido, es ahora más que nunca preciso olvidar las ambiciones y humildemente ayudar a quienes compartan las responsabilidades de Gobierno.

No deben volver las sangrientas batallas para conseguir una mayor área de poder, como en tiempos pasados. No consiste en colocar el mayor número de miembros de una familia, desplazando a otras, sino en que se sepa encontrar la solución más justa, mirando sólo el interés del pueblo al que se trata de servir.

Es cierto que en UCD, y probablemente más que en otros partidos, la conjunción de ideologías, familias, tendencias, etcétera, haga más difícil entender esta postura desinteresada; pero también es cierto que debería evitarse la sensación de que todo puede resolverse aumentando el poder de los «ucedócratas» con sus computadoras en ristre.

A veces es imposible contentar a todos aun dentro del mismo tren. No importa. Lo único que cuenta es estar en paz contigo

Fernando Alvarez de Miranda es miembro de la comisión permanente de UCD.

Archivado En