Jordi Pujol intentará conseguir mañana los votos precisos para acceder a la presidencia de la Generalidad

Tal y como estaba previsto, Jordi Pujol no resultó elegido en la primera de las tres votaciones posibles, destinada a convertirle en el 115 presidente de la Generalidad de Cataluña. La candidatura de Pujol volverá a ser puesta a votación en la próxima sesión del Parlamento, convocada para mañana, jueves. Anoche continuaba siendo dudoso que en esta segunda votación resulte elegido. Pero, sin duda, lo será en la tercera y última.



Ayer votaron a favor de Pujol sólo los 43 diputados de su grupo parlamentario. Se abstuvieron 31 diputados de UCD e Izquierda Republicana de Catal...

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Tal y como estaba previsto, Jordi Pujol no resultó elegido en la primera de las tres votaciones posibles, destinada a convertirle en el 115 presidente de la Generalidad de Cataluña. La candidatura de Pujol volverá a ser puesta a votación en la próxima sesión del Parlamento, convocada para mañana, jueves. Anoche continuaba siendo dudoso que en esta segunda votación resulte elegido. Pero, sin duda, lo será en la tercera y última.

Ayer votaron a favor de Pujol sólo los 43 diputados de su grupo parlamentario. Se abstuvieron 31 diputados de UCD e Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), entre los que se daba la ausencia de un diputado. Votaron en contra los 33 socialistas, veintidós comunistas (ausente por enfermedad Alfonso Carlos Comin) y los cuatro del Grupo Mixto.

La gran incógnita reside en saber cómo votarán mañana los centristas catalanes de UCD. Anoche, en dicho grupo, prevalecía la postura de negar el voto a Pujol y con cedérselo únicamente en la tercera y última vuelta. Dieciséis diputados centristas sostenían este criterio, pese a la postura contraria de la dirección estatal y de sus dos máximos dirigentes catalanes, los señores Cañellas y Punset. La discrepancia se dilucidará en una reunión del grupo a celebrar esta noche.

La diferencia entre resultar electo en la segunda o bien en la tercera votación no es una cuestión secundaria. Sin duda, una elección in extremis daría una imagen débil de Pujol, casi la propia de un mal menor. Por ello, el afectado busca, con energía, en complicadas negociaciones entre bastidores, que su elección se produzca en segunda vuelta. Su pacto de hecho con ERC funciona perfectamente. La. duda está en UCD y, más en concreto, en los diputados catalanes de este grupo, que ahora recuerdan la severa marginación en la que estuvieron sumidos durante casi tres años. Pujol intentó solventar esta dificultad a través de la dirección estatal del partido del Gobierno, pero por vez primera, según reconoció un dirigente de UCD, «desde Madrid tocaron el pito, pero aquí no se ha obedecido».

El gran protagonista de la jornada fue Pujol. La sesión del Parlamento se inició con un discurso de presentación de su candidatura a la presidencia y de su Gobierno, tal como dispone la transitoria quinta del Estatuto de Autonomía, que duró una hora y diez minutos. Su contenido fue esencialmente nacionalista. Su redactado era más propio de la presentación de un programa legislativo, de carácter constituyente, que no de un programa de gobierno.

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Pujol hizo particular hincapié en la reconstrucción institucional de Cataluña, en la recuperación de su lengua y cultura y en la actuación económica del Gobierno catalán.

Calificó su programa de «centro-izquierda», destinado a superar la etapa de provisionalidad. En todo momento se refirió a la supremacía del Parlamento y a su deseo de mantener criterios abiertos y de diálogo con todas las fuerzas políticas catalanas.

Afirmó que la negociación con el Estado para relanzar las transferencias, así como idéntica función con relación a las diputaciones, deberían ser, en criterio de su opción política, misión que compitiera no sólo al Gobierno, sino a todas las fuerzas representadas en el Parlamento.

Afirmó que su Gobierno renunciaba, en principio, a la iniciativa legislativa en las leyes básicas institucionales que «tendrían que ser elaboradas desde su inicio por una ponencia emanada de la pertinente comisión de este Parlamento. De esta manera, creemos que, en la medida que nadie protagonice la iniciación del proceso legislativo, servirían mejor al espíritu que ha de marcar esta etapa legislativa institucional».

Pujol enumeró todo un conjunto de leyes básicas -lo que llamaríamos leyes orgánicas si se tratara del Parlamento español-, cuyo calendario consideró preciso establecer para concluir en un período de diez meses. Estas leyes se inciarían con el reglamento del Parlamento catalán, y concluirían con una ley electoral del Parlamento de Calaluña. Respecto a esta última, que cuando fue elaborada de forma transitoria como disposición anexa y temporal del Estatuto suscitó fuertes polémicas, el señor Pujol manifestó que pensaba «defender los criterios comarcalistas» (en la elaboración de la ley electoral). Por parte de la izquierda se teme que estos criterios vayan en contra de la proporcionalidad y, por tanto, perpetúen el alejamiento de la izqÍtierda, mayoritaria en las grandes concentraciones urbanas, pero minoritaria en las zonas agrarias, del ejercicio del poder.

Apoyo a la lengua catalana

Pujol se refirió repetidamente a la lengua y cultura catalanas en términos que, desde luego, jamás han sido propios de la tímida e inoperante Generalidad provisional, «Es objetivo prioritario», dijo Pujol, «defender aquello que hace que Cataluña haya sido y sea Cataluña: su lengua, su cultura. Es preciso que el catalán sea en la práctica la lengua propia de Cataluña». Al respecto propuso la elaboración de una ley normalizadora de la lengua catalana y un servicio de normalización de la misma, así como el doblaje o el subtitulado de las películas y la creación de un centro destinado a la proyección exterior de la cultura catalana.

Pujol se refirió a la unidad lingüística formada por Cataluña, el País Valenciano y las islas Baleares, y precisó que respetaba la configuración política de estos territorios autónomos, pero que «la Generalidad no puede ser menos (en la defensa de la lengua catalana) que la Academia de la Lengua Española» (que también la defiende en el ámbito supraestatal, en América del Sur).

Pujol hizo especial referencia a la necesidad de un control por parte catalana de la televisión. «Es en el campo de la televisión donde llevaremos a término una de las acciones más enérgicas de nuestro Gobierno, porque es en este punto donde más que en ningún otro nos jugamos nuestro ser como catalanes. » Añadió que la televisión debe «dejar de ser un elemento de desnacionalización».

En el terreno de la economía manifestó que «la mayoría de decisiones que pueden tener una repercusión rápida sobre la economía catalana recaen fuera del Estatuto ». Se refirió a la pequeña y mediana empresa, a la libertad de iniciativa, a la problemática de Seat, al paro y a diversos problemas microeconómicos. Fue particularmente leve su alusión a las cajas de ahorro, respecto a las cuales la Generalidad posee competencias. En una réplica, Pujol intentó profundizar esta cuestión con la lectura de un programa muy detallista de su partido sobre dichas instituciones financieras. No obstante, no quedaba claro en la lectura de dicho programa que la Generalidad llegara realmente a controlar las Cajas tal y como propusieron en su día los socialistas.

Críticas de la oposición

En la réplica a su discurso destacó la intervención del comunista Gutiérrez Díaz, en un tono entre acusatorio y sarcástico, no exento de alusiones personales. En particular insinuó las vinculaciones financieras del candidato.

El dirigente socialista Joan Reventós se mostró en desacuerdo global con el programa propuesto por Pujol. Criticó los proyectos en materia de enseñanza, política territorial, ley electoral y programa económico.

El dirigente centrista Antón Cañellas defendió las diputaciones provinciales, que Pujol había manifestado ver desaparecer en cuanto que titulares de competencias, pero no en cuanto que órganos de ejecucion. «Se ha supuesto alegrement,e», dijo Cañellas, «que los centristas votaríamos favorablemente cualquier programa que nos presentara hoy el diputado Pujol. Siento tener que decepcionar a los que hayan hecho este pronóstico».

En su contestación final, Jordi Pujol se refirió a temas que no habían figurado en su primera intervención, como el energético. Al respecto recordó que su grupo político, así como UCD y los socialistas, «no hemos dicho que no a la energía nuclear en el Parlamento español».

Se refirió también al problema de la escasez de agua en Cataluña, particularmente en Tarragona y Barcelona, problema «que, si no lo solucionamos en un término breve, constituirá un cuello de botella para todo el desarrollo catalán. Este es un tema delicadísimo que requerirá negociación con estancias de fuera de Cataluña». Pujol también se pronunció a favor de un acuerdo-marco entre patronales y centrales, a nivel catalán.

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