Un fabuloso negocio libre de impuestos

Un fabuloso negocio clandestino se esconde tras la inofensiva apariencia de las rifas de los bares. Hasta el punto de que un directivo de Ayuda Social Benéfica, entidad que distribuye este tipo de boletos, aseguraba recientemente que Hacienda podría recaudar 7.500 millones de pesetas anuales si se legalizase este juego.A diferencia de lo que ocurre con otros juegos de azar, estas rifas no reportan ningún beneficio a la Hacienda pública, por su carácter clandestino. No obstante, diversas entidades que promueven su venta han solicitado en ocasiones que se regule esta práctica, cuya erradicación ...

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Un fabuloso negocio clandestino se esconde tras la inofensiva apariencia de las rifas de los bares. Hasta el punto de que un directivo de Ayuda Social Benéfica, entidad que distribuye este tipo de boletos, aseguraba recientemente que Hacienda podría recaudar 7.500 millones de pesetas anuales si se legalizase este juego.A diferencia de lo que ocurre con otros juegos de azar, estas rifas no reportan ningún beneficio a la Hacienda pública, por su carácter clandestino. No obstante, diversas entidades que promueven su venta han solicitado en ocasiones que se regule esta práctica, cuya erradicación parece, por otra parte, muy difícil.

La inexistencia de controles hace que estas rifas se conviertan de hecho en un fraude al Tesoro público y muchas veces también en un fraude al jugador, ya que los propietarios de bares suelen recibir en sacos separados los boletos que tienen premio y los que no lo tienen, lo que se presta a toda suerte de manipulaciones en favor de los clientes asiduos.

La Comisión Nacional del Juego persigue con dureza este tipo de rifas, pero las fáciles ganancias hacen que muchos propietarios de bares prefieran exponerse a las sanciones, que van desde una multa de 100.000 a 250.000 pesetas en la primera ocasión hasta el cierre del local en caso de reincidencia. Varios centenares de bares han sido sancionados en Madrid durante los últimos meses, lo cual no ha evitado que cualquier día, en cualquier taberna madrileña, el cliente pueda compartir el consumo de una caña con el escaso azar de abrir varios boletos de esta naturaleza. Los distribuidores suelen escudarse en etiquetas benéficas, que en muchas ocasiones han resultado falsas.

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