Siguen sin aparecer un centenar de los ocupantes de la plataforma hundida en el mar del Norte

La tragedia descrita por Paul Gallico en su libro La aventura del Poseidón ha tenido una dramática reproducción real con el desastre ocurrido, el jueves por la noche, a la plataforma Alexander Keilland en las traicioneras aguas del mar del Norte. Según algunoslos últimos datos, en la plataforma-hotel se encontraban, en el momento de la tragedia, alrededor de 230 trabajadores, de los cuales noventa han sido resctadoscon vida, cien continúan sin aparecer y 38 fueron encontrados muertos.

La mayoría de los trabajadores eran noruegos e ingleses, y había tres finlandeses, un portugués y dos e...

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La tragedia descrita por Paul Gallico en su libro La aventura del Poseidón ha tenido una dramática reproducción real con el desastre ocurrido, el jueves por la noche, a la plataforma Alexander Keilland en las traicioneras aguas del mar del Norte. Según algunoslos últimos datos, en la plataforma-hotel se encontraban, en el momento de la tragedia, alrededor de 230 trabajadores, de los cuales noventa han sido resctadoscon vida, cien continúan sin aparecer y 38 fueron encontrados muertos.

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La mayoría de los trabajadores eran noruegos e ingleses, y había tres finlandeses, un portugués y dos españoles. Los dos españoles, Francisco Martínez Santos, de La Coruña, y Castro González, de Pontevedra, se encuentran entre los supervivientes.La Alexander Keilland, una plataforma utilizada como hotel flotante para los obreros petrolíferos francos de servicio, se encuentra a la deriva en posición invertida, después de ser abatida por olas gigantescas en un temporal de fuerza nueve.

A la hora de redactar esta crónica, el número de desaparecidos asciende a 69, los rescatados con vida son noventa y los cadáveres recuperados, 38.

Un clima de duelo nacional se vive en Noruega y, especialmente, en la capital, en las horas siguientes a la que se considera la más grande catástrofe desde la segunda guerra mundial, informa desde . La radio y la televisión han suprimido todo programa que no sea el de informar sobre el suceso y la difusión de música adecuada a las circunstancias. El Gobierno ha estado reunido en forma casi permanente y una de las primeras medidas ha sido la de nombrar una comisión que investigará las causas del derrumbe de la plataforma. El primer ministro, Odvar Nordli, viajó ayer al lugar del accidente.

En veinte minutos

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Todo transcurrió en veinte minutos, entre las seis y media y las seis cincuenta de la noche del jueves. Las 225 personas a bordo de la Alexander Keilland -propiedad de la firma Phillips Petroleum- acababan de cenar y se disponían a pasar unas horas de ocio antes de acostarse. Unos decidieron ir al cine, otros al gimnasio o a la sauna. La mayoría optó por quedarse en la gran sala de reuniones para jugar a las cartas o tomar una copa.

Cincuenta y seis «hoteles-plataforma» se encuentran amarados a plataformas dedicadas a la producción. Están perfectamente dotados con todas las comodidades para proporcionar unos días de asueto a las tripulaciones petrolíferas, entre turno y turno de trabajo.

La Alexander Keilland, como todos los «hoteles» de su clase, estaba unida por una pasarela a la plataforma Edda, una de las muchas dedicadas a la perforación de pozos petrolíferos en el mar del Norte. Como medida de precaución, la pasarela había sido izada tan pronto como el temporal sobrepasó la fuerza siete.

Una ola gigantesca sacudió de pronto a la plataforma, que durante varios minutos quedó con una inclinación de 45 grados.

Las autoridades noruegas han desechado la idea de que la tormenta haya sido la causa del derrumbe. Tampoco se cree que alguno de los pilares -de los cinco en que se sustentaba la plataforma- estuviera oxidado.

Dadas las pésimas condiciones meteorológicas del mar del Norte, las plataformas están preparadas para soportar olas y vientos mucho más fuertes que los del jueves. La compañía francesa que fabricó la Alexander Keilland, en 1976, asegura que podía resistir olas de hasta treinta metros, y en la tormenta del día del accidente, las mayores registradas llegaban a los siete metros.

"Pandemónium" indescriptible

En los momentos del vuelco el pandemónium fue indescriptible. Los ocupantes de la Alexander Keilland fueron lanzados unos contra otros, mientras corrían hasta cubierta para ocupar los botes salvavidas o hacia sus cuartos para ponerse los trajes flotadores especiales.

Los ocupantes que no pudieron encontrar un sitio en los botes salvavidas se lanzaron al agua con la esperanza de ser rescatados. Pero gran parte de ellos quedó atrapada en la sala de proyecciones. La esperanza es que las bolsas de aire puedan mantener con vida a algunos de los atrapados bajo el agua hasta que los equipos de salvamento lleguen hasta ellos.

De la plataforma sólo se ven ahora sus cinco enormes pilares flotando hacia arriba y, a su alrededor, los innumerables hombres-rana, veintitrés helicópteros, dos aviones de reconocimiento y 45 barcos que participan en el rescate.

Los equipos de rescate se han sorprendido por el alto número de supervivientes, dada la magnitud del accidente. Esto se ha atribuido a la excelente preparación física de los hombres que trabajan en estas prospecciones, que tienen prohibido beber alcohol y fumar, y que regularmente deben participar en cursos de seguridad y de supervivencia.

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