Aprobada por unanimidad la liquidación de los 9.500 millones de deuda municipal

El pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó ayer por unanimidad el presupuesto de liquidación de deudas correspondientes al año 1979, que asciende a 9.484 millones de pesetas. UCD renunció de esta forma a utilizar el mecanismo de los dos tercios de votos que exigía su aprobación, por tratarse de un presupuesto extraordinario, si bien tuvo intervenciones duras contra la coalición PSOE-PCE, por haber llevado en solitario el tema y no haber dispuesto de la suficiente información.

En síntesis, la postura de UCD, que fue una incógnita hasta los últimos minutos, se centró en que, por sentido d...

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El pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó ayer por unanimidad el presupuesto de liquidación de deudas correspondientes al año 1979, que asciende a 9.484 millones de pesetas. UCD renunció de esta forma a utilizar el mecanismo de los dos tercios de votos que exigía su aprobación, por tratarse de un presupuesto extraordinario, si bien tuvo intervenciones duras contra la coalición PSOE-PCE, por haber llevado en solitario el tema y no haber dispuesto de la suficiente información.

En síntesis, la postura de UCD, que fue una incógnita hasta los últimos minutos, se centró en que, por sentido de la responsabilidad y por los intereses del pueblo de Madrid, votaba a favor de los presupuestos especiales de liquidación de deuda, lo cual no obstaba para que se señalase que se habían confeccionado deprisa, sin su participación y sin que hubiese habido suficiente debate. Ello significaba, según explicó José Luis Alvarez, que el voto afirmativo de UCD se hacía con reservas -que pidió constasen en acta-, toda vez que, por no haber tenido tiempo suficiente para el estudio de las cifras, no se hacían responsables de que todas las partidas estuviesen bien confeccionadas. «Lo cual no significa», matizó, «que UCD ponga en entredicho la confianza que le merece tanto el cuerpo de intervención como el gobierno municipal.»El proyecto fue defendido por el concejal de Hacienda, Joaquín Leguina, a su vez secretario general de la Federación Socialista Madrileña. Hizo un análisis escueto de las distintas cantidades (que se reflejan en el cuadro adjunto), deteniéndose en el enorme peso que debe de soportar el presupuesto municipal a causa de los casi 4.000 millones de pérdidas de la EMT.

Los 9.484 millones corresponden a las pérdidas municipales durante el ejercicio de 1979. Toda vez que para la confección del presupuesto ordinario para 1980 es necesaria la inclusión de esta partida, ya que los ingresos y los gastos deben ser iguales, los concejales de izquierda disfrutaron de un cierto alivio cuando UCD informó que, pese a lo expuesto anteriormente, pensaban votar a favor. Aun cuando PSOE y PCE suman 34 de los 59 concejales, era necesaria, como queda dicho, la mayoría de los dos tercios para la aprobación. De otra forma se hubiera paralizado la aprobación del presupuesto ordinario y, por consiguiente, toda, la actividad del Ayuntamiento.

Una vez clarificadas las posturas, se produjo un breve e interesante debate político al lanzar Alvarez del Manzano (UCD) la aseveración de que «jamás un Gobierno ha ayudado tanto a las corporaciones locales». Barrionuevo (PSOE) contestó que era de hombría de bien el deber de agradecimiento, pero que en cualquier caso el Gobierno había hecho lo único que podía hacer. Tamames (PCE) abundó en lo mismo, pero añadió que el mismo agradecimiento debería tener el Gobierno hacia las corporaciones locales y coincidió con Barrionuevo en que se trataba de la defensa de los mecanismos democráticos.

El teniente de alcalde socialista agregó que se congratulaba de que hubiera «un buen gobierno municipal y una felizmente buena oposición», a lo que José Luis Alvarez replicó que, «efectivamente, había una buena oposición, pero que el buen gobierno estaba aún por demostrar», para pasar a explicar en el mismo tono triunfalista que eran minoría en la Casa de la Villa, «pero hoy nuestros votos valen más que los del PSOE y los del PCE juntos, aunque sean más», refiriéndose a la mayoría de los dos tercios y a la posibilidad que tenían de decidir en cuestiones fundamentales.

Pese a la firmeza de las posiciones, puede decirse que es la primera vez que se presencia en el nuevo Ayuntamiento, un año después de su constitución, un auténtico debate político, lejos de las habituales intervenciones largas y farragosas a que hasta ahora estaban acostumbrados los concejales madrileños.

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