Reportaje:

Profundos cambios en la ex colonia española

La reciente sustitución del vicepresidente segundo de Guinea Ecuatorial, el capitán de la etnia fang Salvador Elá, y su relevo por el también capitán, de etnia bubi, Eulogio Oyó, constituye el acontecimiento político interno más relevante en este país centroafricano desde el procesamiento y muerte del dictador Macías, el pasado mes de septiembre.Elá Nseng, número uno de su promoción en la Academia Militar de Zaragoza, gozaba de un holgado prestigio entre el pueblo guineano, y su inteligencia e instrucción, sobre todo en cuestiones económicas, le habían granjeado una potente imagen en el exteri...

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La reciente sustitución del vicepresidente segundo de Guinea Ecuatorial, el capitán de la etnia fang Salvador Elá, y su relevo por el también capitán, de etnia bubi, Eulogio Oyó, constituye el acontecimiento político interno más relevante en este país centroafricano desde el procesamiento y muerte del dictador Macías, el pasado mes de septiembre.Elá Nseng, número uno de su promoción en la Academia Militar de Zaragoza, gozaba de un holgado prestigio entre el pueblo guineano, y su inteligencia e instrucción, sobre todo en cuestiones económicas, le habían granjeado una potente imagen en el exterior.

En cuanto a su sustituto, Eulogio Oyó, autor de la captura y luego juez del dictador ejecutado, es otra de las personalidades relevantes del actual régimen guineano. Su condición de miembro de la etnia bubi, mayoritaria en la isla de Biciko -antes Fernando Poo- e inexistente en el territorio continental de Río Muni, de predominio fang le confiere a su vicepresidencia un teórico poder adicional. La cuestión étnica y su eventual solución mediante fórmulas autonómicas o federales es todavía un problema inabordado en Guinea Ecuatorial.

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De hecho, fangs y bubis no se entienden en sus respectivas lenguas y han de hacerlo en castellano. Este es un ejemplo de las profundas distinciones sociológicas entre unos y otros, si bien existen poderosos grupos locales y foráneos que los desorbitan enormemente y acarician la vieja idea, trazada por el almirante Carrero Blanco, de conseguir la transformación de la isla en una especie de Estado libre asociable a una potencia cuya amistad les resulte rentable.

Los despachos fechados en Malabo afirmaban que la sustitución de la segunda vicepresidencia obedecía a un reajuste orientado a desalojar del poder a los más relacionados con el régimen de Macías. Hombres tan importantes dentro de la cúpula política guineana como Feliciano Mba, ex director de la Seguridad con Macías y mentor de la presencia militar marroquí en la isla, e incluso el mismo presidente, Teodoro Obiang, mantuvieron con el dictador fortísimos nexos que Salvador Elá jamás mantuvo con Francisco Macías. El argumento es, pues, falso.

La clave real del relevo del número tres guineano hay que situarla en otra dimensión. Recelos aparte, Salvador Elá no deseaba la perpetuación perenne de los militares en el poder y postulaba su pase a plazo fijo a los civiles, según fuentes políticas guineanas. Además no veía ya con buenos ojos la presencia marroquí en el país, y en política exterior reiteradamente afirmó que su país podía rentabilizar más una política de amistades múltiples -con la amistad prioritaria de España- que una polaridad excesiva hacia una potencia. Estas parecen haber sido algunas de las más importantes causas de su alejamiento del poder.

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