PAIS VALENCIANO

Multitudinario recibimiento Onda al niño rescatado de manos de su secuestrador

Con repique de campanas, tracas y escenas emotivas acabó a medianoche del lunes el secuestro del niño de nueve años Miguel Angel Paz. El pueblo castellonense de Onda le esperaba en la calle desde que unas horas antes conocieron que la Guardia Civil le había encontrado, sano y salvo, con su secuestrador, Elías Torres, de 33 años, alias El Sarasa, en los montes de Olocau, en la provincia de Valencia.El secuestro había comenzado ocho días antes, cuando el pequeño jugaba con otros niños en la plaza próxima al colegio. El raptor le convenció para que se fuera con él, y así iniciaron un largo...

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Con repique de campanas, tracas y escenas emotivas acabó a medianoche del lunes el secuestro del niño de nueve años Miguel Angel Paz. El pueblo castellonense de Onda le esperaba en la calle desde que unas horas antes conocieron que la Guardia Civil le había encontrado, sano y salvo, con su secuestrador, Elías Torres, de 33 años, alias El Sarasa, en los montes de Olocau, en la provincia de Valencia.El secuestro había comenzado ocho días antes, cuando el pequeño jugaba con otros niños en la plaza próxima al colegio. El raptor le convenció para que se fuera con él, y así iniciaron un largo viaje por los montes limítrofes entre Castellón y Valencia; se alimentaban de comida comprada en los pequeños pueblos y dormían en refugios naturales, casas de campo abandonadas y chalés. El Sarasa es buen conocedor de estas rutas porque con frecuencia las recorría. En Onda era conocido por otros dos secuestros.

El coche que trasladó al niño con su padre, desde Liria (Valencia), fue recibido con ovaciones por varios miles de personas que durante la semana se habían ofrecido voluntariamente a participar en la búsqueda. Hicieron salir al pequeño del coche y en hombros le llevaron hasta su domicilio, donde desde el balcón, claramente emocionado, agradeció con un gesto junto a sus padres el afecto del pueblo. «No había sucedido en Onda nada igual», comentaba el propietario del bar Juanito, cuartel general de la operación rescate. «Esto es un clamor de todo el pueblo. No se esperaba esta reacción de la gente.» El feliz retorno estuvo acompañado del constante volteo de las campanas de la iglesia y cohetes.

«Estoy muy contento, pero no me pida ahora que le cuente más cosas. En este momento la emoción no me lo permite. Cuando haya pasado todo hablaremos», afirmó para EL PAIS horas después el padre del niño.

El cerco policial sobre el secuestrador se estrechó al avisar una tendera de Olocau a la Guardia Civil de que en su carnicería había entrado El Sarasa con un niño pidiendo carne y sal para darle de comer. No cayó en la cuenta en un principio de su identidad, quedando por el contrario satisfecha de su gesto caritativo. Pero al oír a mediodía en televisión, por el programa regional, que seguía sin conocerse el paradero del pequeño exclamó: «Son ellos, han estado aquí».

Mas tarde, la Guardia Civil, vecinos y el propio padre de Miguel Angel rastrearon la zona y los senderos de los montes próximos a Olocau, hasta encontrarles en un chalé preparados para dormir. Sin ofrecer resistencia, Elías se entregó y ofreció su correa a la Guardia Civil para que le ataran. El pequeño tenía un aspecto normal y sano, un poco cansado de patear caminos tan largos. Así lo certificó el médico, quien también comprobó el buen estado físico del secuestrador.

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