Los heridos, especialmente afectados en las manos y en los ojos

Luis Enrique Esteban y María Dolores Martínez fueron ingresados en la Ciudad Sanitaria Provincial a las siete y media de la tarde e inmediatamente fueron intervenidos quirúrgicamente. Las operaciones se prolongaron por un espacio superior a dos horas. Uno de los cirujanos que practicaron las intervenciones, el doctor Álvaro Botella, quien precisamente atendió a los trabajadores de EL PAÍS afectados por la explosión de la carta-bomba dirigida contra este periódico el 30 de octubre de 1978, manifestó que el pronóstico de ambos es grave.Los dos heridos ingresaron conscientes en el centro sanitari...

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Luis Enrique Esteban y María Dolores Martínez fueron ingresados en la Ciudad Sanitaria Provincial a las siete y media de la tarde e inmediatamente fueron intervenidos quirúrgicamente. Las operaciones se prolongaron por un espacio superior a dos horas. Uno de los cirujanos que practicaron las intervenciones, el doctor Álvaro Botella, quien precisamente atendió a los trabajadores de EL PAÍS afectados por la explosión de la carta-bomba dirigida contra este periódico el 30 de octubre de 1978, manifestó que el pronóstico de ambos es grave.Los dos heridos ingresaron conscientes en el centro sanitario. El primero padece amputación traumática de ambas manos, la más afectada por la explosión es la derecha, efectos de la onda expansiva en el tórax y en el abdomen, así como lesiones oculares leves. Ella presenta rotura de ambos globos oculares, que pone en peligro su vista, y traumatismo craneal y torácico a consecuencia de la explosión.

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Mientras se practicaban las intervenciones quirúrgicas, unas cuarenta personas, entre familiares de los heridos y socios del Club de Amigos de la Unesco, se agolpaban ante la entrada de urgencias del hospital, visiblemente afectados por el atentado. También se encontraba allí el concejal del distrito Centro, Juan Francisco Pla, que expresó a EL PAÍS su más enérgica condena por el suceso. Especialmente emotiva fue la llegada al lugar del padre de María Dolores Martínez, que pidió con urgencia ver a su hija, al tiempo que profería exclamaciones contra los responsables del atentado.

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