Explosivas revelaciones en Italia de un "terrorista arrrepentido"

Ya no existen dudas: el importante testigo que ha hecho posible a los jueces de Milán, Padua, Roma, Génova y Pavía detener, bajo acusación de constitución de banda armada y subversión contra el Estado, a dieciocho personalidades de primera fila de la extrema izquierda extraparlamentaria es Carlo Fioroni, de 36 años, estrecho colaborador del fallecido editor Feltrinelli y condenado a veintiséis años de cárcel por el secuestro y asesinato de su amigo Carlo Saronio, también militante de extrema izquierda. Fioroni ha hecho unas explosivas revelaciones a los magistrados de Padua y Roma.

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Ya no existen dudas: el importante testigo que ha hecho posible a los jueces de Milán, Padua, Roma, Génova y Pavía detener, bajo acusación de constitución de banda armada y subversión contra el Estado, a dieciocho personalidades de primera fila de la extrema izquierda extraparlamentaria es Carlo Fioroni, de 36 años, estrecho colaborador del fallecido editor Feltrinelli y condenado a veintiséis años de cárcel por el secuestro y asesinato de su amigo Carlo Saronio, también militante de extrema izquierda. Fioroni ha hecho unas explosivas revelaciones a los magistrados de Padua y Roma.

Estas declaraciones están recogidas en un documento de setenta folios que ayer reveló, en parte, con un título en primera, a toda página, el Corriere della Sera. Uno de los magistrados afirmó ayer que, si las «confesiones» de Fioroni resultaran verdaderas, el papel de este testigo podrá parangonarse al que tuvo el miembro de la mafia Joe Valachi, en Estados Unidos, contra la «anónima de secuestros».El abogado Marcello Gentili, que junto con el comunista Fausto Tarsitano defiende a Fioroni, ha dicho textualmente: «Se comprobará pronto la sinceridad y coherencia del arrepentimiento de Carlo Fioroni, que ya durante el proceso Saronio, en el que se declaró culpable, había invitado a sus compañeros de clandestinidad a dar marcha atrás. »

Una de las principales revelaciones hechas por Fioroni -que había formado parte de la dirección del movimiento Poder Obrero, que se disolvió, pasando a la clandestinidad, y que según la hipótesis del juez Calogero dio origen a las Brigadas Rojas- ha sido el pacto de alianza que se creó entre el terrorismo político y la criminalidad común.

Fioroni ha declarado haber sido uno de los principales colaboradores de Toni Negri, líder de Autonomía Obrera, y detenido bajo la acusación de ser uno de los organizadores de las Brigadas Rojas.

Ha explicado con todo lujo de detalles el secuestro de su compañero de grupo Carlo Saronio, hijo de un riquísimo industrial La organización de Poder Obrero, con Toni Negri, sólo pidió a la organización de delincuentes comunes que organizó el secuestro cincuenta millones de pesetas de los quinientos obtenidos por el rescate, a pesar de que Saronio fue eliminado para que no pudiera hablar.

Otra revelación escalofriante de Fioroni es que el joven de extrema izquierda que militaba entonces en Lucha Continua Luigi Maseagni fue asesinado por el grupo, porque había sabido casualmente la verdad sobre el secuestro y asesinato de Saronio y había visto el dinero del rescate. Y explica cómo se organizó todo para acusar,del asesinato a los fascistas.

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Reveló también una serie de encuentros políticos entre Negri y sus compañeros con Renato Curcio y Valerio Morucci, de las Brigadas Rojas, y como Negri lo mandó a Turín a recoger dos pistolas de Curcio. Asegura que era Toni Negri quien mantenía las relaciones con los movimientos extremistas alemanes y quien procuraba en Italia y en el extranjero casas «por encima de toda sospecha» para alojar a los responsables de los secuestros o atentados.

Explicó cómo se organizaban guerril.las urbanas que después se achacaban a los fascistas, y que Negri le dijo un día: «Lo hacemos tan bien que ni la CIA podrá descubrirnos.»

Fioroni relató, además, la evolución política, año por año, de Negri y Curcio, y de todo el grupo de Poder Obrero, y cómo se organizó el terrorismo para preparar la insurrección armada en Italia.

Mientras tanto, después de una investigación judicial de casi cinco años, cuatro miembros de un grupo neofascista han sido acusados del atentado contra el tren Italicus, perpetrado el 4 de agosto de 1975, en el que murieron doce personas y resultaron con heridas de diversa consideración otras 48 más.

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